Capitulo treinta: Juaco.

78 9 3
                                    

— Entonces eres la pareja de Nicolás...— Murmuró Francisco, cuando me senté a comer un pedazo de carne.

Nicolás aún no salía de la habitación, por lo que sólo yo me acerqué, miré al sujeto, notando que ninguno de los hombres que habían dicho esas cosas estaba presente. Por lo menos en ese momento.

Asentí.— ¿Por qué no me lo dijiste? No hubiera dejado que dijeran esas cosas.— Comentó, agarré un pedacito de carne con mis manos para llevármelo a la boca y mirarlo.

— Del momento en el que uno de ellos hizo el comentario de mi mamá, debió haberlos parado.— Le recordé, tomando otro pedazo de carne.

Francisco tapo su rostro con una de sus manos, incómodo. Volvió a mirarme.

— Discúlpame. Creí que luego de eso no dirían más cosas, y cuando sucedió no supe cómo actuar.

Su tono de voz y sus ojos demostraban arrepentimiento. Suspiré, por mucho que uno se disculpe, sabía que la molestia que sentía no se irá en un rato.

— Francisco, usted tiene hijos o no.— Pregunté.

— Una hija... Tiene cuatro años.— Sonrío.

Abrí los ojos sorprendido, prácticamente lo pregunté porque si, para cambiar de tema.

— ¿Y dónde está?— Pregunté nuevamente.

— Durmiendo dentro de la casa.— Se encogió de hombros.— Oh, ya despertó.

Mi cabeza giro a la puerta trasera, por la que salía la niña, siendo tomada en brazos por Nicolás.

Tenía un lindo vestido rosado, con unas colitas en su cabeza, era tan blanca y rubia. Parecía niña de comercial de Falabella.

Miré a Francisco nuevamente, con sorpresa. Reí ante mi pensamiento, que terrible, Dios perdóname.

— Si es mía.— Su comentario me hizo reír el doble, él sabía perfectamente lo que había pensado.— Se parece a mi mamá.

— Saco buenos genes.— Seguí molestandolo, él se rió conmigo.

— Oye pendejo de mierda. Tan feo no soy. Además me quemé con el sol.— Me rei mucho más fuerte, llamando la atención de varios presentes.

Tapé mi cara con ambas manos, con vergüenza pero aún sin poder paras de reír. No podía culpar a Francisco de lo que había sucedido antes, tenía que tomar en cuenta que de todo los hombres que dijeron ese tipo de comentarios molestos, él había sido el único que no dijo nada.

Intentó tranquilizar la situación, lo sé, se quedó callado y no respondió. Sin embargo, a pesar de eso, se dió cuenta de su error a tiempo y fue el único que se acercó a hablar conmigo.

A pesar de mi personalidad, era bastante tolerante. Total, era un experto en soportar desde que era pequeño.

Nicolás se acercó a nosotros junto a la niña, se sentó frente a mí, sentando a la niña en sus piernas par ayudarla a comer.

— ¿Hija, no quieres venir con tu papá?— Francisco fue el primero en hablar, acercando sus manos a su hija.

— ¡No!— La niña le respondió al momento.— Quiero estar con él Nico.

Bueno, la niña tenía buen gusto.

— Cómo que no, mocosa e' mierda.— Murmuró, haciéndome reír.

— ¿Dónde está el tío Juan y Bianca?— Preguntó Nicolás de pronto, ayudando a la niña a tomar un sorbo de jugo.

— ¿Juan?— Francisco miró a todas partes.— Deben estar afuera. Y a Bianca no la he visto, ¿Estás seguro que vino?

Huaso. [BL]Where stories live. Discover now