who are you- George Weasley

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A pesar de los años en los que su padre estuvo en Azkaban, no había pasado un día en el que Layla no anhelara su presencia. No había podido pasar realmente mucho tiempo con el y con suerte podía decir que aún reconocía su cara, pero hace unos años había vuelto, para encontrarse con su hija ya hecha una adulta.

—En unos minutos vendran Remus y Tonks con algunas otras personas, pase lo que pase, no debes entrar a la cocina. —Explicó con calma, Sirius, a su hija.

Layla asintió dando a entender que había comprendido las indicaciones, a lo que el pelinegro respondió despeinándola con una mano y saliendo de su habitación.

—Nos vemos. —Le sonrió y cerró la puerta.

Ella entendía que las reuniones de la Orden eran súper secretas y que nadie debía saber de ellas más que los miembros. Pero dicen que la curiosidad mató al gato.

Con mucha cautela se acercó a la puerta de la cocina y pegó la oreja a la misma, intentando escuchar un mínimo susurro, pero la puerta parecía estar bloqueada con algún tipo de hechizo, por lo que debió buscar otra forma de entrar o escuchar. Aquel hechizo no podría durar lo que dura toda la reunión, así que se quedó afuera esperando que se deshaga.

Por desgracia nunca se deshizo y Layla comenzó a escuchar como su estómago hacía ruidos demandando comida.

Su último recurso fue tocar la puerta, en la esperanza de que alguien abriera y pudiera conseguir algo de comer, ya no le interesaba la charla, con tan solo sacar algo de comida podría ir a su habitación completamente satisfecha.

—¿Qué te dije sobre interrumpir? —Alzó una ceja Sirius.

—Tengo hambre, se están tardando mucho. —Dijo con ojos de perro mojado, Sirius suspiró.

La pelinegra finalmente pudo pasar, con la promesa de que no tardaría.

Al darse vuelta para salir de la cocina se encontró con dos pelirrojos aparentemente idénticos, la diferencia era que uno parecía estar viéndola y el otro estaba centrado en los apuntes de la reunión. El que la estaba viendo le sonrió, ella le devolvió el gesto guiñándole un ojo, para luego irse rápidamente con su bolsa de comida y una radiante sonrisa que dejó embobado a George.

—Hey, George, ¿Me estás escuchando? —Dijo Fred chasqueando los dedos frente a sus ojos.

—¿Quien era ella? —Respondió en voz baja, aún viendo por donde había salido.

—Layla, la hija de Sirius, ¿No la concías?

—No, es linda. —Susurro para luego volver a enfocarse en la reunión, o por lo menos intentarlo.

Fred sonrió de lado, volviendo a sus apuntes mientras Sirius continuaba hablando.

La pelinegra permaneció en su habitación comiendo de las papitas que se había llevado, esperando que la reunión terminara.

¿Quien era ese chico?

—¡Layla, ven un segundo! —La llamó su padre cuando finalizó.

—Remus, Tonks. —Sonrió al verlos y corrió a saludarlos con un abrazo.

La pareja la había acompañando en numerosos momentos de su vida en la mansión Black, tanto malos como buenos. Remus, al enterarse que habían encerrado a su amigo, se juró proteger a su hija en todo momento.

Su padre estaba hablando con un grupo de personas, todos eran pelirrojos, pero Layla logró distinguir aquel pelirrojo al que le había guiñado el ojo, por lo que decidió acercarse.

—Hola. —Saludó sonriendo.

—Ella es mi hija, Layla. —La presentó, Sirius.

Finalmente había averiguado el nombre de aquel pelirrojo, George. También se había enterado de que tenía un gemelo llamado Fred y, aunque físicamente eran parecidos, ambos tenían personalidades muy diferentes.

La familia Weasley se quedaría a cenar, eso significaba que Layla tenía mucho tiempo para conocer más a George.

No dejaron de hablar durante toda la noche, una que otra vez terminaban coqueteando pero era cuando estaban a solas, por ejemplo, en la cocina.

Esa misma noche los gemelos se fueron con la promesa de volver a ver a Layla porque hasta a Fred le había caído bien.

Los meses pasaron y finalmente volvieron a clases, la chica se había estado comunicando con el Weasley mediante cartas y Sirius ya comenzaba a sospechar sobre su relación.

"¿Pasa algo entre tu y George?" Pregunto divertido, una noche mientras cenaban.

"Nada en especial, solo somos amigos. "

Pero cualquiera que los viera fuera de la relación sabía perfectamente que ambos se gustaban.

Layla veía desde la otra punta de la mesa de Gryffindor a George, había comenzado a notar a los Weasley desde que los conoció en la mansión Black, anteriormente solo se había dedicado a identificar a la gente de su círculo social. Conectaron miradas y se sonrieron.

—¿Y esa sonrisa a las 6 de la mañana? —Se burló una de sus amigas riendo levemente. —¿Ahora quién es el afortunado?

Las mejillas de Layla se enrojecieron levemente.

—George. —Dijo en voz baja.

—¿Weasley?

Asintió a modo de respuesta.

Luego de unos minutos, finalmente Dumbledore terminó de hablar y Layla pudo moverse con libertad para ir a saludar a los gemelos.

—Cambiaste

—¿En qué sentido?

—Estás más lindo. —Rio levemente.

Ambos estaban haciendo tiempo para no ir a sus salas comunes y tener aunque sea unos minutos más para hablar.

—Igualmente. —Le sonrió, George.

Sus manos rozaban levemente, como si no quisieran tocarse, pero si no quisieran hacerlo simplemente tendrían sus manos en sus bolsillos. Layla fue quien tomó la iniciativa para entrelazar sus dedos con delicadeza, sólo porque estaba segura de que George correspondía sus sentimientos.

Hubo un silencio tranquilo mientras caminaban, solo ellos, disfrutando el tacto de sus manos, de la presencia del otro. De vez en cuando cruzaban un par de miradas confirmando si el otro se sentía cómodo con aquel silencio. Ambos intentaban reprimir las sonrisas que querían salir por tan solo estar con el otro.

—George...

—Si. —Afirmó ante la pregunta inexistente.

—¿Si que? —Rió levemente Layla.

—Si, me gustas.

—¿Leíste mi mente? —Bromeó.

—Tal vez. —Rió acercándose lentamente a la más baja. —¿Y bien? ¿Te gusto? —Dijo peligrosamente cerca de su rostro.

—Creo que ya sabes la respuesta. —Sonrió para luego cortar la distancia entre sus labios con suavidad.

George con su mano libre tomó su mejilla acariciándola suavemente. La chica soltó su mano y enredó sus brazos alrededor de su cuello haciendo que se inclinara más cerca de ella para así poder sentir mejor sus labios.

Pero ya era bastante tarde y ellos no podían seguir en los pasillos de hogwarts con total libertad, mucho menos besandose. Por lo que decidieron refugiarse en la sala común de Gryffindor para seguir hablando y, de ves en cuando, dándose pequeños besos.

//N.A; HOLA tanto tiempo, estuve leyendo la orden del fénix y bueno me 🧚✨ inspiré ✨🧚 en fin, tal vez suba más si me inspiro lo suficiente. Espero que les guste este shot tanto como me gustó a mi escribirlo 🥰 si hay algún error no duden en avisarme.













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