2da. Carta

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Mamá,

No imagino el dolor, la angustia y la desesperación que te debo estar causando en este momento. Tampoco te estoy escribiendo esto con la finalidad de hacerlo más fácil, porque sé que no lo será.

Antes de que te atormentes preguntándote que hiciste mal o que debiste haber hecho para poder evitarlo lamento informarte que no existía nada pudieras hacer para que evitaras mi decisión.

¿Recuerdas la primera vez que vimos una película de Barbie y salió su típica frase de “puedes ser lo que quieras ser”? ¿Recuerdas que me dijiste que yo podía ser lo que quisiera?

Quiero ser feliz, quiero estar en paz, quiero estabilidad, quiero volver a ser yo; y temo que no lo seré si continúo en este lugar. No te estoy culpando, ni a ti, ni a ninguno, es solo que algunas veces, la mejor opción es alejarse que quedarse.

Te amo, sé que no lo he dicho lo suficiente, o tan seguido como lo mereces, pero lo hago, te amo mami. Agradezco cada una de las cosas que has hecho por mí, todas esas noches acurrucadas en la cama, esas tardes de chicas o los simples abrazos con el que me transmitías que todo estaría bien.

Ayer me diste uno de esos abrazos, se sintió bien, pero algo en ti sabía que pasaba algo raro por lo que me abrazaste más fuerte y me dijiste que todo estaría bien pasara lo que pasara, al parecer el sentido de madre no se equivoca.

Por si lo dudas, estaremos bien, tanto tu como yo, ambas. Eres fuerte mucho más de lo que admites, y te puedo asegurar que el día en el que me vuelvas a ver lo primero que harás luego de abrazarme será jalarme las orejas y yo gustosa —aunque no del todo— dejaré que lo hagas, después de todo lo merezco.

Recuerda lo que papá decía, siempre estoy ahí aunque no puedas verme.

Estaré contigo y tú conmigo aunque no podamos vernos.

Con amor,

Lucía.

Con Amor, Lucía. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora