Capítulo 13: Debilidades

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Runas. Una rama de la magia bastante complicada en el que Tom estaba envuelto, y por ende, yo también.

Las runas son muy útiles. Pueden otorgar poderes, proteger, cambiar el aspecto e incluso alargar los años de vida de objetos. Pero eso no era suficiente para Tom, él tenía que buscar una forma de usarlo en personas y obviamente lo consiguió. Él siempre consigue lo que quiere.

Tom nunca publicó su estudio de las runas, él quería que quedara en secreto, lo quería todo para él. No le importaba la fama.
De esa manera, podría usarlo a su favor a la hora de batallar contra los que se oponían a sus ideales.

Salí de mi habitación después de dibujarme en el antebrazo izquierdo, justo encima de mi Marca Tenebrosa, una runa de protección y otra de memoria.

Me dirigí hacia el despacho de Severus, tenía que hablar con él.
Durante el camino, en las mazmorras del castillo, me empezó a picar mucho la marca así que me metí en los baños para ver qué era lo que estaba pasando.

Ya en el baño, me aseguré de que no hubiera nadie y me arremangué la manga izquierda de la túnica.

Mi marca es de un color blanco que solo los que llevaban también la Marca Tenebrosa, Tom y yo podemos ver pero esta vez debajo había tres palabras escritas del mismo color que mi Marca Tenebrosa en que eran: sala, menesteres, diadema.

Sabía a lo que se refería.

Él me estaba diciendo que la diadema de Ravenclaw, que es un horrocrux, está escondida en la Sala de los Menesteres.

Él nunca antes de había dicho donde se hallaba alguno de sus horrocruxes, lo consideraba demasiado peligroso que incluso supiera de la existencia de ellos. Solo sabía que el del diario estaba en casa de Lucius y por eso fui a su casa para buscarlo pero no lo sentí en la mansión.

Después descubrí que que el estúpido de Lucius se deshizo del diario porque los del ministerio estaban buscando en su casa objetos oscuros. El diario acabó destrozado por Harry Potter y también el pobre basilisco murió. Si Tom lo supiera se cabrearía muchísimo. Lucius tiene suerte de que el alma de Tom está en la tan fragmentado que no puede notar que una parte de él se ha ido. Desafortunadamente, yo sí que que puedo sentirlo.

La destrucción del diario explica ese dolor que sentí aquel día. Fue como si destrozaran mi alma y la volvieran a recomponer.

No culpo a Harry, él estaba en una situación de vida o muerte y por suerte se salvó pero ahora soy yo la que está al borde de la muerte.

Al leer las palabras, sentí una opresión en el pecho y volví a mirar si había alguien más en el baño y, al ver que no había nadie, bloqueé la puerta y me eché a llorar.

Esas tres palabras significaban mucho. Significaba que toda esperanza de que él estuviera muerto era nula, significaba que él aún tenía control sobre mí, significaba que aún me quería y no sabía cómo sentirme sobre eso.

Quería sentirme enfadada, rabiosa y odiarlo y lo sentía pero no podía parar de sentir afecto hacia él y tenía miedo de que nunca pudiera dejar de hacerlo.

Él sabía que pronto necesitaría el horrocrux o moriría por culpa de una estúpida promesa que hice cuando tenía 15 años. Prometí que siempre estaría a su lado y que preferiría morir a estar lejos de él. Ahora es todo lo contrario. Daría lo que fuera para romper este vínculo entre nosotros y alejarme de él lo máximo posible.

Odiaba saber cuánto control tenía él sobre mí aunque eso significara que yo tenía poder sobre él pero mucho menos que él sobre mí.

Fui tan tonta de confiar en él. Me enlacé a él por amor y él ni siquiera me devolvió el gesto por miedo a que alguien pudiera usarlo en su contra.

Me sentía tan estúpida y la Marca Tenebrosa no hacía más que recordármelo cada día.

Me dio tanta rabia que le pegué un puñetazo tan fuerte al espejo que se partió en mil pedazos.
Tenía que sacar toda la ira de mi interior.

Me quedé paralizada mientras veía la sangre caer por mis nudillos. En ese momento no podía sentir nada más que la sangre deslizándose en mi mano. Me quedé unos segundos más mirando mi mano izquierda repleta de sangre y con vidrio incrustado.

Ya ni siquiera podía sentir el dolor.

Saqué mi varita pero antes de que pudiera lanzar un hechizo para curar las heridas, Severus entró en el baño.

- ¿Qué es todo este escándalo? - preguntó con su conocida voz fría y seria.

- Nada. Tengo que hablar contigo. - dije mientras me curaba la herida con un hechizo y también reparaba el desastre que había dejado en el baño.
Ya no había ni sangre y ni cristales por todo el suelo.

- No creo que aquí no haya pasado nada, señorita Black. He oído los espejos romperse desde mi despacho. Si quiere hablar venga conmigo y, de paso, viendo todo el desastre que había dejado, le recomiendo ir a uno de esos psicólogos muggles, funcionan mejor que los psicomagos.

Dicho eso, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia su despacho. Yo le seguí.

Al llegar me senté en una de las sillas delante de su escritorio y Severus se sentó en la silla de al lado.

- Déjeme ver como tiene la mano - dijo. - Antes he notado que estaba sangrando y aunque la haya curado puede que esté infectada. Se le olvidó aplicar ese hechizo. - Me cogió el brazo izquierdo y le dio la vuelta para ver si tenía la palma de la mano herida después de asegurarse de que los nudillos estaban bien y se congeló al ver mi blanca Marca Tenebrosa en el antebrazo. Yo también me paralicé.

Mierda.

Me había olvidado de que tenía el antebrazo descubierto.

Lyra Black: El Regreso Where stories live. Discover now