Su vida estaba llena de música, pero la aparición de unos piratas que le salvan de la muerte, con un capitán que se autoproclama el futuro Rey de los Piratas, añaden el toque de aventura que, sin saberlo, tanto necesita.
Historia basada en los pers...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
En otro lado del Sunny, la bailarina entraba a su habitación para descansar al fin.
— Buenas noches. — saludó la arqueóloga amablemente desde su cama cuando entró. Le sonrió incómoda en respuesta. La pelinaranja se giró a mirar a la recién llegada y le lanzó un beso en el aire para después continuar con una de sus muchas lecturas.
La enana comenzó a moverse por el cuarto recogiendo un poco la ropa que había dejado tirada la navegante, notando una mirada inquietante sobre ella. Esos enormes ojos azules estaban siguiéndola en todo momento y la estaba poniendo nerviosa hasta el punto de descubrirse a sí misma haciendo su cama de nuevo.
— ¿Y yo para qué la hago otra vez si me voy a dormir? — se cuestionó a sí misma.
Se echó directamente sobre la cama mirando al techo, pero seguía notando esa mirada curiosa sobre ella, por lo que decidió dirigirse al escritorio que compartían para sentarse a leer un rato su cuaderno.
— ¡Marimo, deja de huir! ¡Además tu habitación no está por aquí! — oyeron gritar al cocinero cerca de la habitación.
Nami observó confusa a sus compañeras y Robin se encogió de hombros intentando no reírse y miró de nuevo a _____, quien fingió no notarlo y seguir con la lectura, pero no podía concentrarse.
— ¡¡Bueno sí!! — exclamó mirando al techo ante ese mínimo silencio que estaba por asfixiarla y la mirada de la pelinegra se tornó aún más divertida. Había cerrado su cuaderno y se había situado en el centro de la habitación — Me he acostado con Zoro. — desveló cayendo rendida dramáticamente sobre su cama, al contrario que la pelinaranja, que se cayó de la suya al suelo.