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-Despierta... joder, por favor...
Abrí mis ojos lentamente y fruncí el ceño por la luz. Fui acostumbrándome a ella poco a poco y me sobresalté al ver una cara muy cerca de la mía.
-¡¿Qué mierda?! -grité del susto y me levanté, chocando mi frente con la de la persona del frente-. ¡Auch!
-¡Joder!
-¿JJ? -pregunté confundida.
-No, mi abuela en tanga. -contestó sarcástico en rubio.
-Sí, definitivamente eres JJ. -Miré a mi alrededor: estábamos en el sofá de la casa de John B, pero todo estaba completamente desordenado y tirado por los lados.
Entonces lo recordé.
-¿Se marcharon? ¿Y la brújula? ¿Los demás están bien?
-Sí, se marcharon, sí, está con nosotros, y sí, están en el porche. -respondió con una media sonrisa mi amigo, mirándome a los ojos. Esos... hermosos ojos... azules como el mar, y esa sonrisa perfecta...
-¿Qué coño me ha pasado? -moví mi cabeza varias veces a los lados despejándome y quitando la mirada de JJ.
-Te empezó a sangrar el oído y te desmayaste, pero creo que no ha sido nada. -me sonrió con pena.
-Es verdad, ahora lo recuerdo...
-¿Te encuentras mejor? -cuestionó el rubio.
-Eh... sí... es decir, me duele un poco... -me toqué la parte dolorida y noté un algodón en ella.
-Déjatelo unas horas, leí que los oídos sangran por la perforación del tímpano y que se suelen curar espontáneamente, pero mejor no te lo retires todavía por si acaso.
-Gracias, JJ. -sonreí. Era muy lindo que se hubiera informado de lo que me ocurría y haya buscado soluciones.
JJ se levantó y yo hice lo mismo, pero antes de que fuéramos con los demás le di un abrazo, que él correspondió instantáneamente. Le di un beso en la mejilla y salí al porche. Mis amigos estaban en silencio, sentados en el sofá o en los sillones, mirando al suelo.
-¡Vero! -Kiara se levantó y me abrazó-. Dios, me asustaste demasiado, ¿qué tal?
-Me ha encantado la sensación de sangrar por la cabeza, gracias, Kie -comenté sarcástica.
-Está perfectamente. -Rodó los ojos la mulata, divertida-. Ahora vámonos.
-¿Qué? ¿A dónde?
-Pues... John B el curioso ha sabido pensar por una vez en su vida -se burló Pope mientras caminábamos todos hacia la furgoneta.
