I

28 6 1
                                    

"Érase una vez en un lejano reino, un humilde campesino que viajaba con sus pertenencias al hombro y una nueva en su cara. ¿Qué podía hacer? Tenía tantos problemas, no tenía suficiente dinero como para pagarle a aquellos caballeros abusadores, apenas tenía para comprar pan duro y su humilde casa parecía a nada de derrumbarse. Esos y más problemas llenaban su cabeza dando vueltas sempiternas.

Même les nuages couvraient le soleil en voyant sa misère et de petites gouttes de pluie tomber sur ses larges épaules.

Sus cabellos se mojaron, sus ropas se pegaron a su cuerpo musculoso de tanto trabajar en el campo, su camino de tierra se volvió un lodo resbaladizo que le dificultó llegar sano y salvo a casa, estaba por maldecirlo todo cuando escucho un golpe seco, gemidos de dolor y unos sollozos que parecían ser la misma lluvia.

Con ojos curiosos dejó de pensar en sus desdichas para caminar hacia el bosque denso y oscuro sintiendo algo de miedo, dejó sus cosas en un árbol al estar cerca, dejó de caminar y empezó a correr al ver una silueta tirada en medio de la nada y luego miró horrorizado el cuerpo sangrante de una mujer en el suelo. Se quejaba con muecas mientras su sangre se derramaba en el suelo y regaba las plantas con su esencia de vida, el campesino se quedó ahí parado, solo observando a una cercanía prudente, indeciso, con una mezcolanza tan oscura como las nubes de lluvia. ¿Qué debía de hacer? Había rumores sobre ladrones por esos lares y no quería que le retiraran sus nulas pertenecías.

—Mademoiselle—murmuró al acercarse—Il va bien ?—la mujer se asustó al escucharlo hablar con un sobresalto que solo se levantó atemorizada revelando sus heridas, fue el campesino el que cayó al suelo enlodado de la impresión al verla entera. Aquella hermosa mujer estaba bañada sobre su sangre, tenía los ojos nublados demostrando que su alma se estaba separando de su cuerpo con cada segundo que pasaba, tenía el cabello anudado, dos flechas clavadas cruelmente sobre su cuerpo y un par de alas blancas sobre su espalda. El campesino estaba frente a una diosa a nada de abandonar su cuerpo—Señorita, esta herida, permítame ayudarla—habló apenas se recuperó del shock antes causado y se acercó hasta ella para socorrerla, pero justo como lo imaginaba la dama alada se desvaneció en un desmayo por lo débil que estaba y se dejó caer en el frío suelo.

El campesino la miró con pena olvidando cada problema que lo atormentaba, se acercó olvidando que estaba ante una divinidad y se quitó su camisa para romperla, retiro las flechas sobre su cuerpo, tapó la herida sobre el estómago de la mujer al mismo tiempo que cubria la de su hombro y tras presionar fuerte para intentar terminar con la hemorragia la cargó en sus brazos llevándola su casa.

Llegó con la hermosa diosa para ayudarla a terminar con la fiebre mientras los ojos juzgadores de la deidad suprema lo miraban todo con desaprobación y asco.

Después de eso no hay registro que diga lo que sucedió con ambos amantes, algunos dicen que la diosa murió y el campesino se lamentó eternamente, otros dicen que la deidad suprema los confrontó y los eliminó a ambos como castigo, la mayoría narra que desaparecieron de la faz de la tierra dejando los rosales como única prueba de su existencia...".

—Ilse—la pequeña niña cerró su libro sin poder terminar de leer aquella historia entre una diosa y un humano, apagó su vela con torpeza tirando cera de vela, dejó el libro sobre su mesita de noche y luego se cobijó con sus sábanas hasta la cabeza cerrando sus ojos bicolores en el acto. La puerta se abrió con un chirrido y la menor contuvo el aire para que no se notará lo exaltada que estaba. La risita de un hombre relajo un poco sus músculos y cuando volvió a escucha como la puerta se cerraba y los pasos se alejaban se destapó, tomó el libro para correr hasta la ventana donde la tenue luz de la luna alumbraba las letras y sonrió llena de ensoñación.

"Et c'est ainsi que toutes les histoires n'obtiennent pas leur fin heureuse.

Je peux vous assurer, souvenez-vous simplement de l'histoire de la déesse et de l'humain et vous saurez que bien qu'ils soient destinés à s'aimer, le destin est si cruel qu'il peut les séparer pour la seule chose qui ne peut être inversée... la mort".

BelleWhere stories live. Discover now