Epílogo. (Parte 2)

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Lexi.

—¿Pasa algo, Lex? —negué con la cabeza, mirándome al espejo y sacando el labial de la cartera. A su vez Cassie hizo lo mismo pero con el suyo—. ¿Entonces por qué me mirás así?

—Quiero que hablemos, Cass —le pedí, asintió—. ¿Qué es eso de "cruzada en contra de los hombres"? —le recordé, frunció el ceño—. Creí que todavía te hablabas con Dimitri.

Su expresión se iluminó cuando le hablé de él. Qué extraño.

—Quise apoyar a Maddy —admitió, algo avergonzada—. Ella no sabe de Dimitri. Me da vergüenza contarle.

No pude entender el porque de esa vergüenza. Pero no dije nada al respecto.

—Deberías contarle —le insistí, se mordió el labio inferior—. Cassie.

No podía arriesgar así su amistad con Maddy después de todo lo que había pasado. Debía contarle la verdad.

—Está bien —accedió—. Le voy a contar.

Asentí y cambié el tema.

—Entonces, ¿qué pasó con Dimitri? —pregunté, curiosa—. ¿Aún hablan todos los días?

Cassie y ese chico tenían una relación muy rara, ella me decía que se seguían hablando sin parar. Pero se negaba a contarme más detalles al respecto. Me moría de curiosidad por saber que sucedía entre ellos, pero ella lo mantenía todo con mucho secretismo.

Era frustrante. Podía evadirme por videollamada, pero en persona se la iba a hacer demasiado difícil.

—Es complicado, Lex —murmuró, algo triste—. Es una historia algo triste. Nunca se la conté a nadie. Solo mamá lo sabe.

Mamá también lo sabía y se había negado a decirme. Me sentí excluida.

—Contame. Ya soy la última en enterarme, no va a hacer diferencia.

Suspiró. Dudó en empezar a hablar, pero insistí. Tenía que haber una razón por la cuál Dimitri no había venido al baile con ella.

—Ya sabés que hablábamos todos los días por teléfono —asentí, recordando—. Eso siguió después de que te fuiste. Durante más de un mes.

Me sorprendió que mantuvieran una relación así por tanto tiempo. No podía imaginar hablar con alguien durante tantos días sin conocer su identidad.

—Seguí insistiendo en que me dijera quién era —siguió contando—. Pero mientras más le insistía, más se negaba. Los dos éramos muy testarudos, teníamos demasiado en común.

>>Surgían demasiadas chispas entre nosotros.

>>Comencé a frustrarme. Empezamos a pelear constantemente por ello. ¿Qué otra cosa íbamos a hacer? Yo quería saber, y él no quería decirme. Ninguno de los dos iba a ceder. Era una discusión imposible de solucionar.

>>Así que corté el vínculo con él. Dejé de atender sus llamadas durante una semana completa. Fue muy difícil, él seguía llamándome, siempre a la misma hora. Tenía la ilusión de que iba a perdonarlo por no decirme quién era.

>>Pero unos días después dejó de llamarme, se había rendido.

>>Traté de olvidarlo con todas mis fuerzas. Pero no podía hacerlo sin importar cuanto lo intentara. Aún conservaba sus hermosas cartas en mi cajón. Extrañaba hablar con él todos los días. Su hermosa voz, y las cosas que me decía. Sentí el impulso muchas veces de volverlo a atender, pero decidí ignorarlo.

>>Debía mantenerme firme. Comencé a creer que era una especie de juego macabro para él. Qué disfrutaba de mi sufrimiento al ignorar su identidad. Imaginé cosas horribles sobre él. No tenía otra opción, debía llenar los huecos en nuestra relación de alguna manera.

La granja de Fezco | Euphoria | Fez & Lexi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora