d i e z

281 39 44
                                    

Emilio entro a su oficina encontrándose a su amigo sentado en el sofa, soltó un suspiro intentando ponerse en la mejor actitud posible para trabajar. El despedirse de su hija está mañana fue más difícil de lo que pensó, tras pasar tres días juntos, aún así se vio obligado porque era turno del castaño y también debía recibir a los nuevos posibles clientes de la empresa.

De hecho justo en el momento que la quitaron de sus brazos, sintió como si un pedazo de su corazón hubiera sido arrancado.

— Hable con Ian, gracias por hacerme darme cuenta de mi error —murmuró el joven con una suave sonrisa.

— ¿Entonces ya te vas a animar a ser padre? Te recuerdo que ya casi eres treiton y ese bebé merece un papá con energía —se burló el alfa soltando una risa, esquivando el cojín que le aventó su amigo.

— No exageres, además solo te llevó dos años —dijo David tomándose un momento antes de continuar— Y para quitar tu curiosidad, lo pensé por toda la noche y llegué a la conclusión de que si es el momento indicado, pero aún no pienso decirle a Ian, quiero esperar un tiempo, aunque te agradecería que me quitaras algunas inquietudes.

— Por supuesto, dime lo que quieras saber —murmuró tranquilamente el rizado, intentando contener su emoción, el que su mejor amigo quiera ser padre le emociona mucho.

— Primero que nada, ¿es tan feo cambiar pañales como dicen? —intrigó el joven.

— No —contestó de inmediato Emilio, lo que menos quería era desanimarlo, por lo que una mentira piadosa no era mala — Mira realmente no te puedo decir que todo es felicidad y tranquilidad, por ejemplo ahora que estuve con mi hija un día estuvo muy inquieta, todo el día la tuve que estar cargando y en la noche no me dejo dormir mucho. Pero todo valió completamente la pena al solo estar junto a mi hija, al verla reír o como me mira con mucha curiosidad —agregó con una sonrisa en sus labios.

David asintió, realmente cada vez más le agrada la idea de ver a su omega embarazado para poder cuidarlo y después hacer lo mismo con su cachorro.

Los amigos se quedaron hablando un rato de ese tema, al menos hasta que debieron salir al restaurante donde se reunirían con sus posibles clientes.

Pará cuando llegaron al restaurante, el mesero les comento que ya había llegado con quien se reunirían, casi llegar a su mesa lograron ver la silueta de un hombre sentado frente a la mesa. Sin embargo para cuando pudieron verlo de frente a frente ambos se sorprendieron demasiado.

— ¿Adair? —intrigó David bastante sorprendido, aún así se acercó a extrrchar su mano con esté.

El recién mencionado omega sonrió calidamente, mostrando su hermosa sonrisa, obviamente el sabía con quien se reuniría sin embargo decidió mantener su identidad en secreta para sorprenderlos. Al final el reencontrarse con sus compañeros de universidad y en especial los que están enfrente de él, era algo que deseaba hacer.

—¿Y tú Emilio no dirás nada?— preguntó Adair.

El alfa asintió estrechando sus manos, intentando analizar lo sucedido, no sólo su compañero de la universidad estaba frente a él, sino también había cambiado demasiado, justo ahora vestía un traje que se ajustaba a su delgado cuerpo, con su cabello perfectamente peinado, su estatura alta para ser un omega, pero no tanta como para aparentar ser un alfa y ni se diga de aquellos dos hoyuelos que se forman en sus mejillas cuando sonríe.

— Es un gusto volver a verte —admitió el rizado tras unos momentos, sentándose frente a la mesa, siendo seguido por los demás— No tenía ni idea que trabajabas en esta empresa.

— Lo sé y no puedo decir lo mismo de ti, si eras el presidente desde la universidad no veo por qué no ahora no lo serias, además que tus grandes negocios no pasan desapercibidos —murmuró el omega con una sonrisa.

Legado De AmorWhere stories live. Discover now