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Día 23. Tren de las 17:15

Valentina se separó para obligar a Juliana a mirarla a la cara.

«¿Qué quieres decir con eso?»

«Va a ser complicado, tengo miedo de que el camino sea largo, y difícil para ti, comprendería que no lo soportases…»

«Eso no pasará. Juliana, no pasará, debes creerme. Si tú…» Inspiró para tomar el valor para lo que iba a decir «Si tú me quieres a tu lado, entonces ahí estaré»

«Abrázame» dijo la pianista hundiendo su mirada en la suya

Valentina no se tomó tiempo para pensar, se dio vuelta en su asiento y rodeó a madre e hijo con sus brazos.

«Te necesito» murmuró con la cabeza en su pecho «Te necesito tanto»

Valentina la mantuvo pegada a ella y sabía que podía escuchar su ritmo cardiaco acelerándose. Sabía que era inútil hacer como si nada, así que esperó pacientemente a que la morena le preguntara. No tuvo que impacientarse mucho tiempo, porque enseguida Juliana se movió para poner su oído en su corazón.

«Tu corazón late tan rápido»

«Entiendo que tú…que tengas miedo de poner nombre a todo eso, pero…» sintió a la pianista tensarse, pero, al ver que no decía nada, comprendió que podía continuar sin molestarla. Desechó la pregunta que deseaba hacerle sobre una oportunidad para ellas, y se decidió por un nuevo ángulo de acercamiento «¿Por qué no quieres poner nombre a esto?»

«No estoy preparada»

«Sin embargo, eres tú quien…haces más avances. Yo intento mantenerme atrás Juliana pero…cuando tú pones tus manos sobre mí todo se hace…mucho más difícil»

Valentina se imaginó que la pianista iba a poner distancia entre ellas, pero se sorprendió al ver que se producía lo contrario.

La joven se acercó más a ella y apoyó parte de su espalda contra su vientre, su hijo al resguardo en sus brazos.

«Tengo la sensación…de necesitarlo. Tocarte, abrazarte, sentir tu mano, tu piel, eso me da la seguridad de que…»

«¿De qué?»

«De que eres real» dijo en un susurro

«¿Por qué no lo sería?»

«Porque todo es demasiado hermoso para ser verdad»

Valentina apoyó su cabeza en el hueco de su hombro. Su posición no era la más confortable y sin embargo, nunca se había sentido tan bien. Juliana inspiró y acarició los cabellos de su hijo, como dándose valor para proseguir.

«Etiquetar…volvería todo más real….y mientras no sea verdad,…tampoco puede ser roto. No se puede destruir lo que no existe, poner un nombre, es hacer que exista y volver todo más…vulnerable»

«Salvo que tú sabes que existe» respondió ella suavemente «Lo único que se hará real si lo nombramos no son lo sentimientos, pues ellos están ahí y tú lo sabes, sino sencillamente la aceptación de su presencia»

Juliana no dijo nada durante unos instantes, seguramente reflexionando sobre las palabras de la rubia.

«¿Tener sentimientos es engañar?»

«¿Qué quieres decir?»

«Le echo en cara a Esmeralda el haberme engañado, pero…experimentar sentimientos por otra mujer, querer poner fin a mi matrimonio por esa otra mujer, ¿no es engañar?»

Valentina sentía que estaba próxima al dolor de tanto que su corazón martilleaba en su pecho, Juliana no desea etiquetar esos sentimientos, pero lo que acababa de decirle valía todas las declaraciones del mundo.

Sin Buscarte... Te Encontré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora