23.

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Día 37 11:50

Valentina corría por todos lados para asegurarse de que al mediodía tendría todo acabado para llevar a Juliana a un restaurante que a ella le gustaba en particular. Se había encerrado en la parte de atrás y terminaba la entrada del stock de la última entrega.

«Vale, ocúpate de la clienta del probador tres, necesita ayuda y ha pedido que fueras tú» le dijo Lucia entrando y saliendo rápidamente de la estancia.

«¿La conozco?» gritó ella sin moverse

«No lo sé, no me ha dicho nada» dijo ella volviendo a pasar la cabeza «Y te rogaría que no gritaras así, se te escucha en toda la tienda»

La joven resopló y se levantó de mala gana antes de dirigirse a los probadores. Agarró la cortina, anunciándose sin gran convicción antes de abrir cuando no escuchó ninguna objeción.

«Buenos días, señora, soy Valentina Carvajal, ha pedido verme, estoy aquí para ayu..darla»

«Buenos días, señorita» dijo la morena despampanante que tenía enfrente, únicamente vestida con un conjunto de encaje blanco, que contrastaba con el bronceado de su piel, y con sus tacones de aguja.

«Ju...Juli...Jul...perdón... Juliana. Usted, tú...Yo...heu...wow...es... está bien, está bien...hermoso...en qué...yo...ayudar»

«Esperaba sorprenderte un poco, pero no esperaba tanto» dijo la morena con una sonrisa orgullosa y cargada de seguridad.

La rubia la miró un instante sin hablar ni moverse, la boca ligeramente entre abierta.

«¿Está viendo algo que le gusta?» preguntó ella girándose, ofreciéndole una hermosa vista de la piel que dejaba al desnudo su tanga.

En su cabeza, Valentina repasaba todas las imágenes de sus momentos de pasión, esa primera noche que prometía mucho más, su sesión sobre el piano que la había hecho delirar. La manera en que Juliana la había tratado, amado, tocado, ella había deseado que esos momentos no terminaran nunca. Separarse de ella era siempre un verdadero calvario. Verla así ante sus ojos la volvía completamente loca de deseo nuevamente.

Pero más allá del deseo, estaba el amor tan fuerte que sentía. Esa mujer era increíble, tan llena de recursos escondidos que desvelaba poco a poco. Nunca nadie la había sorprendido de esa manera y se daba cuenta de cómo le gustaba eso.

«¿Val?» preguntó dulcemente como para hacerla volver a la realidad.

La rubia pestañeó, la miró de arriba abajo una última vez y se metió en el probador, tomando posesión inmediatamente de sus labios, llena de deseo.

Juliana se rio pegada a sus labios, orgullosa de su efecto y puso sus manos en su nuca para atraerla mucho más hacia ella. Las manos de Valentina encontraron la cintura de su compañera donde comenzó a acariciar su piel.

«Bien, bien...Mirad quién se siente perfectamente en confianza» le susurró al oído

Ella no la escuchó y continuó con sus besos, descendiendo sus labios por su cuello. Deslizó su mano sobre su muslo hasta llegar a la parte de atrás de su rodilla y la hizo rodear con una pierna su cintura. La morena parecía querer resistirse sin ser realmente capaz.

«Cálmate...» dijo ella, su voz traicionando su deseo «Yo quería...no era...»

Valentina no le facilitaba la tarea y se movía contra ella para hacerla perder la cabeza, haciendo que cayera en su propio juego.

«Valentina estamos...estamos en...tu trabajo, nosotras...Val» suspiró sin lograr pararla.

La joven rubia no se detuvo y continuó con sus besos, cada vez más insistentes. Solo fue cuando deslizó su mano por el trasero de su amante que esta logró rechazarla

Sin Buscarte... Te Encontré Where stories live. Discover now