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Louis seguía observando a las parejas danzar a su alrededor, sin saber muy bien qué hacer. Las personas se movían y giraban alrededor del castaño, como si hubiesen ensayado aquella canción. 

El ojiazul en el centro de aquella pista los observaba en soledad, pues él no tenia a su pareja allí, y no iba  a aceptar bailar con alguien que no sea su novio, al menos no en un evento donde las cámaras estaban por todos lados y una simple foto de él con una dama desencadenaría una larga lista de rumores que sinceramente Louis no quería ver ni ser parte .

—Louis, ¿bailas? —le preguntó Marie caminando hacia el ojiazul.

—No, ya te lo dije —respondió con dureza, pues era la cuarta vez que la pelirroja le preguntaba de bailar en la media hora que Louis rondaba por el círculo de la pista.

A su lado, una mujer le sonreía a su pareja mientras giraba y giraba, dejando al viento los volados del vestido que lucía con elegancia. Por unos microsegundos, deseó que alguien estuviese sonriéndole así en ese preciso momento.

Una sonrisa de costado se coló en su rostro al pensar en su chico sonriéndole de esa forma al llegar a casa. La chillona voz de Marie lo trajo a la realidad nuevamente.

—¿Entonces qué haces aquí? —quiso saber la pelirroja, ya un tanto molesta por el rechazo constante que recibía por parte del cantante.

—Esperando.

—¿A qué?

—A que alguien que me importe venga.

—Ay, Lou —la chica suspiró con una sonrisa maliciosa —, tu noviecito no va a estar aquí, por mucho que lo quieras.

Louis apretó la mandíbula, porque sabía que era cierto. De todos modos, Marie se podría meter con lo que quisiera de él, menos con su novio. así que decidió contestarle:

—Que sea la última vez que lo nombras, ¿escuchaste? Porque aunque no tuviese novio, tú serías la última persona con la que bailaría —soltó antes de alejarse de ella, caminando hacia la mesa y dándose por vencido de que pudiera bailar aquella noche, o hasta incluso disfrutarla.

Para su suerte, justo en ese momento la música dejó de sonar y un joven anunció que pronto comenzarían los discursos, y agradecería que tomaran asiento para tener una mejor experiencia. 

Con mucho gusto, los célebres que bailaban hace buen rato se fueron alejando de la pista, dirigiéndose a sus mesas a tomar un descanso, reponer energías para luego volver a danzar con todas las pilas. Y Louis se unió a la multitud que descongestionaba el espacio y caminó hasta su lugar.

Se sentó en su mesa, apoyando la espalda contra el respaldo y cruzando sus brazos sobre el pecho, no sin antes darle un largo trago al vaso que abandonó minutos atrás.

Los mozos pasaban cada tanto ofreciendo tragos, los cuales raramente Louis rechazaba, por contrario de sus acompañantes de mesa, que agarraban cualquier bebida alcohólica que pasaba frente a sus ojos. 

A su costado, podía oír a Conan hablar un poco trabado, y Dua y Taylor riéndose con él. 

En las mesas de atrás y costados se podía percibir apenas las conversaciones, que no variaban en opinar sobre las vestimentas, sobre chimentos que corrían por las redes sociales u opiniones sobre las novedades de nuevos discos o premiaciones.

En el escenario que se imponía en el centro del salón con una vista perfecta para todas las mesas, estaba parado un presentador, llamando a ciertos artistas muy reconocidos para que digan unas palabras. Algunos aceptaban de inmediato, otros necesitaban un empujoncito para subir y agradecer por todo lo que la música les hizo a sus vidas y más. 

"Ballroom dancing"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora