es ridículo, pero esto es injusto.

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Y aunque todo este tiempo había conseguido volver a enredar el lazo que Manjiro cortó en algún momento, Takemichi no se sentía plenamente seguro en que tan capaz se vería anudando un lazo que le era completamente ajeno. No era la primera vez que hacía de mediador entre dos personas, a lo largo de su vida lo había hecho muchas veces para que sus amigos conocieran a otras personas y así hacer más grande el círculo que ellos creían que era suficiente cuando obviamente no era así, o también cuando alguien se enfada con el otro y él era único que deseaba que la bandera de la paz se alzara. Sin embargo, con el atisbo de duda acompañándolo desde que era un crío, pegado a sus iris como garrapata, podía confesar con total sinceridad que esta vez no se veía capaz de ser mediador y menos con las dos personas que ahora rondaban en su mente.

Aunque, a decir verdad, Takemichi estaba exagerando, porque aunque era un lazo que realmente no le incumbía, tampoco era el de un par de desconocidos; no había estado con ellos durante un año, salvando a uno de ellos de la muerte en varias ocasiones, para considerarlos simples desconocidos. Al final terminó suspirando, sonoramente y en una larga exhalación, llamando la atención del rey de Roma.

— ¿Qué pasa, Takemichi? — Preguntó mientras se apoyaba en el respaldo del sofá, apoyando cómodamente su mandíbula en la mano y cabía perfectamente, se complementaban como si fueran un puzzle. Mikey ladeó la mirada perezosamente, llevándola al televisor antiguo, que reproducía un programa que realmente Takemichi no estaba viendo, era demasiado aburrido para su futurista mente, suponía. 

— ¿En el futuro hay programas mejores? — Divagó, y al parecer uno no necesitaba venir del futuro para saber que lo que se reproducía en la pantalla no era la gran cosa, al contrario, una bazofia.

Rodó los ojos color mar y cambió de canal. — Son mejores, pero no la quinta maravilla. — Y aunque intentara no vacilar, era obvio, por su tono de voz, que había algo que lo traía sin cuidado, algo que notó Mikey más rápido de lo que Takemichi hubiera deseado. Frunció el ceño, recordando el encuentro de la tarde anterior con el hombre tatuado, recordando la petición que este le pidió en una súplica. 

Takemichi estaba haciendo el papel de héroe, no el de un Dios, el deseo de Draken de volver a reencontrarse con el rubio era algo que podría ponerle en la cuerda floja frente a las migajas de confianza que había obtenido por parte del de obsidianas. Tenía que hacerlo, se lo había prometido, pero no justificaba el hecho de que había sido una petición que superaba sus posibilidades actuales.

Por otro lado, Mikey no recibió una respuesta a su pregunta inicial, Takemichi había decidido esquivarlo utilizando su balbuceo como excusa. Bien, quería que el menor le respondiera la pregunta, pero al parecer no logró entender el ambiente y terminó respondiendo la pregunta que no era. Suspiró con irritación, odiaba que la gente no respondiera a sus preguntas, y, si no fuera Takemichi, ya estaría preparando el puño para hacerlo hablar en una tortura a golpes. Sin embargo, se contendría, solo porque era Takemichi. Intentaría hacer las cosas pacíficamente, eso es.

— Takemichi, me parece que no me has escuchado. — Se levantó, se posicionó en el brazo del sofá y apoyó su rodilla en él. — ¿Qué pasa contigo hoy? — El de zafiros se quedó varios segundos mirando la pantalla, dudando de si seguir pasando de canal o no, tanteando el botón del mando. ¿Seguir ignorando a Mikey o confrontarlo? Dudosas opciones, en un lado tenía la muerte asegurada a la par de una dolorosa tortura antes, y en la otra, también una paliza luego de que le preguntara que si quería reencontrarse con su amigo de la infancia, que también era la persona con la que discutió y golpeó antes de desaparecer por un año entero. Sí, que grandes opciones tenía, ¿Qué pondría en su testamento? Quién sabe, aunque seguramente ni le daría tiempo de hacerlo.

Inexorable. | TakemikeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora