DIECIOCHO

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Jules Davies

— ¿Cómo les fue en el campamento? Mi madre me contó que este año fueron con amigos — estaba asombrado.

Él era Edwin, hermano mayor de Mica. Un tipo bastante agradable, atento y bastante responsable con sus deberes. Hace años que se había recibido como doctor y hace poco había contraído matrimonio con una de sus enfermeras. Delia.
Edwin y Mica eran bastante parecidos. Tanto que todo el mundo creía que eran mellizos pero no lo eran — Edwin era tres años mayor que Mica—, ambos con cabello negro, los mismos ojos castaños, la nariz respingada, hasta el mismo pequeño lunar en la mejilla derecha.

— Bien. Todo fue... — pensé en todo lo que habíamos vívido — genial, fue bastante cálido tener alguien con quien estar.

— Gracias por lo que me toca, Jules — Mica torció los ojos mientras se metía en los labios el popote y succionaba su batido de fresa, ofendida.

— Vamos, Mica tú me entiendes... — me cortó el largo discurso que iba a darle.

— Sí, si, lo sé. Al final el novio de Jules rentó una cabaña y la pasamos mejor de lo que creía que la pasaríamos.

— Vaya, quién diría que Jules Davies, la chica rebelde que no quería saber absolutamente nada del amor porque le causaba náuseas hace años, hoy en día estaría perdidamente enamorada — se burló.

— Ja, ja. Que gracioso Edwin.

— Oh, vamos, sabes que tengo razón — sonrió — dime algo, Jules — lo miré con aburrimiento — ¿Que sientes por ese chico?

Su pregunta me sorprendió. Entre Ed y yo siempre había habido una confianza como hermanos pero jamás nos metiamos en los asuntos personales del otro. En este caso sobre el amor.

— ¿Que qué siente? — Mica estalló en risas — hermano ¿Es que no ves? Está jodida por él.

Ambos hermanos se echaron una mirada divertida mientras que yo solo les fruncía el ceño mostrándoles en dedo corazón.

— Ah, pero Micaela no se queda atrás ¿O no, Mica?

Le sonreí de manera maliciosa. Ella inmediatamente borró su sonrisita burlona.

— Cállate, Jules — bajó una mano y pellizco mi pierna.

— ¡Auch!

Ed nos miraba con aires confusos.

— ¿De que hablas Jules?

Gire la cabeza hasta Mica. En su mirada tenía tatuada la frase " Cuéntale y te mato aquí mismo ahogandote en mi batido"
Claro que no hice caso a su amenaza. De todas formas su hermano y el resto de su familia se iba a enterar algún día.

— Si yo estoy jodida por Juan Pablo, ella me dice quítate que ay te voy.

El pelinegro me miró confundido.

— Ah estado con la misma persona desde hace casi cuatro meses.

Mica subió ambas manos hasta su rostro para cubrirlo por completo avergonzada. Mientras que su hermano formaba una perfecta "o" con la boca y tenía las cejas abultadas hacía arriba.

— ¿Qué... ¿Ella ha estado con un mismo hombre por cuatro meses? ¿mi hermana la ojo alegre que iba y venía con uno y con otro?

Asentí divertida.

— Oh, mierda — estalló en carcajadas — jamás creí que viviría para ver esto — se inclinó un poco sobre la mesa y destapó el rosteo de Mica — ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿O a mamá y papá?

La Última Noche de DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora