Prologo

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En todo ese tiempo, lo unico que habia ocurido de "bueno" hera el haber podido quedarse en una de sus tres mansiones. Desde que sirius habia regresado, la pocesiòn total de su mansiòn principal habia quedado a merced del hermano cadaver. Sin duda aquellos días se habían vuelto más difíciles, tanto para aquel conde que había fingido ser alguien que no era en todo ese tiempo, como a sus sirvientes que pese a todo lo acompañaban y estaban a su lado.

Sus días hasta ahora se habían convertido en repetitivos y a la vez estresantes. Despertar cada mañana con el pensamiento de qué su hermano podría estar planeando su siguiente jugada molestaba a Ciel. Incluso aquel demonio podía notar la diferencia en el humor de su amo. Estaba más irritable y divagaba prácticamente todo el día. Pese a que ninguno de los dos hermanos había hecho algo realmente relevante desde que el menor de ambos fue hechado de su mansión, la tension era más que evidente. Incluso los sirvientes lo notaban, estaban igual de preocupados por su joven amo. Los dias solo pasaban y de sierta forma aquella mansion solo se sentia un lugar lleno de incertidumbre y preocupación.

Mey rin, la unica sirviente femenina en el lugar intentaba todo lo que estaba a su alcanze para poder darle animos a su amo, pese a su torpeza realmente se esforzaba por conseguirlo. En esos días solo había roto cinco platos, aunque para ella esto era un logro, incluso fue dicho por sebastian. Finnian también estaba poniendo de su parte; ayúdaba en todo lo que podía a Sebastian y a los demás, tratando de qué el jardín luciera impecable a pesar de qué no fuera la mansión en la que se había quedado todo ese tiempo. Incluso para el rubio era extraño no estar en el lugar de siempre, no ver el jardín habitual, incluso todo se sentía más muerto y desolado de cierta manera. Bardryod por su parte, parecía más serio y apartado, no interactuaba mucho con los demás sirvientes como lo hacía anteriormente. Pasaba más tiempo de lo debido en la cocina, aunque claramente no hacía más que preparar platillos quemados. Sin embargo, como él lo llamaba esa era su "pequeña zona de confort" y distracción ante todo lo que pasaba. Aunque, a su manera, también intentaba animar a su amo.

Aquel maldito Mayordomo no parecía afectarle mucho todo esto, puesto que mantenía su actitud regular ya sea con su amo o incluso los sirvientes de la mansión. No era extraño, después de todo era un demonio y expresar algún tipo de emoción "empatica" sería extraño para él. Mostrar debilidad ante su amo era algo que de ninguna manera podría hacer, sería el mayor delito de ser un Mayordomo. Pese a todo esto, el solo seguía las órdenes
de Ciel aunque a veces parecen un tanto contradictorias. Debido a que aquel niño divagaba mucho últimamente, apenas y parecía prestar atención a su alrededor y mucho menos a lo que decía.

En uno de esos tantos días caóticos para todos, Sebastian fue llamado por su amo. No le pareció extraño; ¿quizás querría un postre? O ¿Solo seria otro de sus caprichos de aquellos días? El demonio se cuestionaba aquello antes de llegar a la habitación de el peli azúl. En el instante que abrió la puerta, pudo verlo sentado en su escritorio con una sonrisa maliciosa en su rostro. Al parecer había estado pensando en su siguiente jugada y necesitaba de su peón más importante para realizarla.

Mi péon màs preciado (yaoi)Where stories live. Discover now