Capítulo 2

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"¿Shuuji-kun?" Llamó el anciano, mirando alrededor de la habitación. "¿Estás aquí?"

El hombre estaba de pie debajo del umbral de la puerta, su cabello canoso estaba peinado hacia atrás de forma elegante. Llevaba un sencillo traje gris oscuro y unas gafas rectangulares colocadas en el borde de la nariz. Su rostro era severo, pero había un trasfondo de preocupación allí.

Finalmente, sus ojos se encontraron con la figura del niño sentado junto a la ventana. "Ah, ahí estás. Te he buscado por todas partes. Eres muy difícil de localizar cuando quieres".

Chuuya volvió lentamente sus ojos hacia Dazai.
"...¿Shuuji?", preguntó con cautela. "Ese es tu verdadero nombre, ¿no?", sus ojos se entrecerraron.

Dazai frunció el ceño. "Bueno, ahora no lo es. Me lo cambié la noche que Mori me encontró. 'Shuuji'", simulo las comillas con sus dedos, "murió hace mucho tiempo".

"No puedo imaginarte como un 'Shuuji', Dazai-san". Intervino Atsushi, parpadeando con curiosidad. "¿Y cuál era el resto de tu nombre antes de cambiarlo?"

Dazai suspiró. "Antes era Tsushima Shuuji. La familia Tsushima era conocida por ser despiadada en lo que respecta a los negocios, así que mis padres solían estar ocupados con eso", se encogió de hombros. "Masuda-san", nombró, señalando al anciano, "era básicamente mi cuidador. Se encargaba de vigilarme y de mantener el resto de la casa en orden".

Masuda se dirigió hacia el niño, recogiendo al gato entre sus brazos. "La sirvienta debería saber que no debe dejar salir al gato de sus aposentos", murmuró para sí mismo, extrañándose de cómo los ojos del niño se ensombrecían de decepción al apartar al gato de él. Se volvió hacia la puerta y sonrió al ver que alguien pasaba por allí. "¡Sazaki-chan, perfecto! Justo a quien buscaba".

La mujer que andaba por la puerta se giró y asomó la cabeza. "¿Sí?", cuestionó con un matiz de impaciencia en su voz. "¿Llamaste?"

Llevaba el cabello castaño recogido en un moño, y su vestido de criada estaba impecable. Su rostro era duro y sus ojos se estrecharon aún más cuando se posaron en Shuuji.

El hombre se limitó a enarcar una ceja antes de sostener el gato que tenía en sus manos de forma señalada. "¿Creo que esto te pertenece?"

Sazaki asintió sin decir nada y se adelantó para agarrar al gato antes de girar sobre sus talones y volver a salir.

Masuda suspiró y sacudió la cabeza antes de volverse hacia Shuuji. "¿Por qué estás leyendo en la oscuridad? Podrías haber encendido las luces", dijo mientras se acercaba al niño.

Shuuji volvió a levantar la vista de su libro. "¿Por qué molestarse?", preguntó. "La luz de la ventana es suficiente".

"Así te dañarás los ojos", llegó la suave reprimenda.

"Mi visión ya es perfecta". Replicó Shuuji. "Por lo tanto, puede soportar algún daño antes de ser preocupante".

El hombre se limitó a suspirar de nuevo antes de desviar la mirada hacia la ventana. "Oh, no me había dado cuenta de que estaba nevando".

Shuuji dirigió la vista hacia él. "Ha estado así hace unas horas", respondió sin tono.

"Supongo que eso es de esperar al estar en Kanagi en esta época del año". Dijo Masuda cruzando los brazos en señal de reflexión.

Atsushi parpadeó y ladeó la cabeza. "¿Eres de tan al norte, Dazai-san?", sintió curiosidad al instante. Nunca había estado allí, ya que nunca había viajado realmente a otras partes fuera de su desesperado vagabundeo tras ser expulsado del orfanato.

Dazai asintió. "Hace mucho más calor en Yokohama que en Kanagi. Tiendo a preferir más el frío, quizá sea porque nací en un lugar con ese clima naturalmente".

Chuuya se burló. "Eso también explicaría por qué hay un bloque de hielo donde debería estar tu corazón". Mantuvo la mirada fija en la versión más joven de su compañero mientras hablaba, todavía tratando de ver cómo ese chico se había convertido en el Dazai que él conocía. Más allá del aspecto, lo único que podía ver en común era lo extrañamente inexpresivo que era el niño.

¿No debería un niño de esa edad ser más enérgico?

Masuda aplaudió con decisión, devolviendo su atención al joven. "¿Por qué no sales a jugar en la nieve, Shuuji?"

Los ojos apagados de Shuuji solo parpadearon hacia él, sin mostrar ningún otro signo de movimiento. "¿Por qué?", preguntó. 

"Podrías divertirte", respondió el anciano. "Podrías hacer un muñeco de nieve o algo así".

El niño suspiró en silencio. "Nunca es divertido. ¿No puedo seguir leyendo?"

Masuda negó con la cabeza. "Inténtalo por mí. Si no te diviertes después de una hora, iré a buscarte y te prepararé un chocolate caliente para compensarlo".

Me preparará chocolate caliente de cualquier manera, pensó Shuuji con astucia, solo quiere convencerme de esto.

Supongo que esta vez le seguiré la corriente.

"Bien". Aceptó Shuuji levantándose. "Saldré un rato entonces".

Masuda asintió, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. "Muy bien. Te prepararé tu ropa de invierno. Un momento, por favor". Inclinó la cabeza y salió de la habitación. Shuuji se puso de pie y comenzó a colocar algunos de los libros en su lugar. 

Se detuvo y miró alrededor de la habitación. Las paredes de color gris claro contrastaban con las cortinas grisáceas oscuras que enmarcaban las ventanas. La nieve que había fuera de la ventana hacía que todos los árboles sin hojas parecieran negros en comparación, incluso el cielo era gris, las nubes bloqueaban el sol.

Todo está vacío y es gris, caviló Shuuji. ¿O seré yo el que está vacío? Después de todo, sigo sintiéndome de esta forma incluso cuando sale el sol. 

"Tú también eras deprimente de niño, Dazai". Comentó Chuuya secamente.

Dazai solo resopló suavemente en respuesta.

Los pensamientos de Shuuji fueron interrumpidos por el regreso de Masuda. "Aquí tienes", dijo el hombre entregándole la ropa a Shuuji para que se la pusiera.

El niño asintió sin decir nada más y fue a vestirse.

De repente, el panorama cambió. Los dos parpadearon tratando de acostumbrarse al repentino cambio del escenario. Estaban de pie en la nieve, aunque no podían sentir frío ni dejar huellas en ella. Vieron cómo el niño cerraba la puerta de la casa, ahora vestido con su ropa más abrigada, y salía al patio. Shuuji miró a su alrededor y suspiró, el aburrimiento todavía era evidente en su rostro.

¿Por qué molestarse con esto?, no entiendo. Pensó con desgana. No es como si fuera a suceder algo interesante.

El niño pateó un poco de nieve en un intento poco entusiasta de divertirse. Al final se rindió y se limitó a sentarse y dibujar con su dedo en ella. Apoyó la cabeza en la mano con la que no estaba haciendo garabatos y dejó que su mente divagara.

Pero luego, no muy lejos detrás de él, escuchó un gruñido.

En lo personal me hubiera gustado juntar este capítulo con el siguiente para hacerlos más largos, pero como la autora los subió así prefiero dejarlos tal cual

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En lo personal me hubiera gustado juntar este capítulo con el siguiente para hacerlos más largos, pero como la autora los subió así prefiero dejarlos tal cual.

Gracias por leer.

Un par detrás de la máscaraWhere stories live. Discover now