Peter Parker: sinónimo de persona inadvertida y desatenta.

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¿Cuando fue la última vez que tuvo pesadillas? Umm, no se acordaba.

Y sinceramente ni intentaba hacerlo. ¿Y cómo? Si tenía sueños con unos hermosos ojos café que le sonreían como si el fuera la persona que trajo la paz al mundo.

También una boca pequeñita que se extendía en una sonrisa que le robaba un suspiro como ahorita.

Qué era lo que soñaba en sí, no estaba seguro. Pero cuando parecía que sus sueños querían tomar la misma dirección luego de aquella fatídica noche, aparecían esos ojos café. Los cuales, las esquinas se arrugaban un poco cuando aquella boca sonreía.

Tenis una urgencia. Una que no había sentido desde hace más de diez años, cuando estaba con ella.

Quería besar esos labios delgados; perfectos labios con el prefecto color que le invitaban más que cualquier otra fruta que hubiera probado...

Pero cada vez que lo intentaba algo lo paraba. Estaba frustrado.

Justo acaba de tener ese sueño y se encontraba en ese estado entre dormido y despierto pero habia tanta paz que ni la claridad que se quería colar a través de sus párpados cerrados, lo hacía abrir los ojos.

Su almohada estaba bien cómoda.

Bien suave.

Olía tan bien que volvió a suspirar. Podía volverse adicto a ese olor.

Tan cálida que la abrazó más a él.

Tenía incluso una curvatura perfecta donde acomodó su rostro para absorber más ese aroma. La punta de su nariz acariciaba la inusual suave tela.

Esa almohada parecía estar tan bien hecha para él, que al parecer era del tamaño adecuado para poder abrazarla con su pierna... y eso hizo, de tal manera que no hubiera parte de sí que no estuviera en contacto con ella.

"Podría pasar el resto de mi vida así".

Hasta que su conciencia comenzó a estar más alerta y empezó a notar que tal vez no era una almohada el objeto de su fascinación.

Oh, Dios, no me digas que...

Su nariz ya no sólo estaba acariciando "tela" si no que suave cabello con un aroma que ya empezaba a hacérsele familiar.

Y lo que lo término de convencer fue que la "almohada" en cuestión estaba estremeciéndose con escalofríos por su respiración y soltó un quejido que su mente no sabía en qué categoría poner; si de disgusto o complacencia. Lo primero, en definitiva, pensó una vez se despertó del todo.

Su rostro estaba metido en el hueco que hay entre el cuello y los hombros de alguien más. Y su amiguito allá abajo estaba emocionado; y estaba seguro que la otra persona lo podía sentir tan claro como el día, dado el lugar tan íntimo donde estaba rozando.

Oh. Por. Dios.

—¡Peter! - se hizo para atrás como si Max le hubiera lanzado una de sus descargas.

Su contraparte más joven se volteó para verlo. Le regaló una de sus sonrisas tímidas; los rayos del sol que se colaban por la ventana le daban un aro de luz que resaltaban su cabello castaño, sus ojos café (para su mayor mortificación eran los mismos de su lindo sueño) y las pecas casi imperceptibles que sólo si prestabas mucha atención se podían notar en su nariz y sus mejillas.

Casi podía jurar que escuchaba un coro de ángeles en el fondo.

—Buenos días, Pete.

Era injusto que Peter le afectara tanto. No era primera vez que despertaban en una situación similar, pero luego del tiempo e ir asimilando que su yo más joven le atraía, lo estaba volviendo un desastre. Y no: que te guste tu yo de otro universo no te hace narcisista, nótese el sarcasmo.

Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now