01: La nota.

26 10 0
                                    

"Dedicado a ti, que me conociste más de lo que yo misma podría, por accidente; dedicado a ti por ponerme al frente mi pasado para que así pudiera darle un final infinito a mi historia de amor.

Porque creo en ti y quiero que seas feliz tal como me lo permitiste a mí

Para: Alan

De: Amanda Bayer"

La presión en el centro de mi pecho asciende en cuanto aprieto el libro en mis manos.

Un Amor que no es Amor está escrito en una encantadora letra cursiva así como la historia que cuenta y la mujer que aún tiene mi corazón.

Suelto una lágrima cuando al ir al prólogo me encuentro con el escenario de mí, aquella mañana en el bus, cuando cambió mi vida.

-No quiero que mueras por algún vicio...

Por eso estoy aquí. Viviendo en una casa frente a la playa, en Positano, Italia. Un lugar en donde jamás pensé encontraría la calma a mi estado de rebeldía, malas decisiones, vicios y desamor.

-Alan...

La brisa golpea mi rostro llevándose otra lágrima por la conmoción. No me preocupo por dejar de sentir lo que siendo por Amanda, después de todo... sé que nadie podrá superarla.

Así que exhalo y sonrío hacia la voz que ha gemido en mí oído toda la madrugada y que, como es costumbre: llevo conociéndola menos de un día.

-Giorgia. -Sus piernas pálidas se lucen con la luz del amanecer, así que la observo de abajo arriba mientras llega a mis recuerdos que no me ha dejado besar esa boquita-. Buongiorno, cara.

Trato de esconder el libro y la nota bajo mi axila pero lo hago en vano, pues la mujer se acerca y lo toma antes de que pueda huir.

-Per favore, cara -le digo con una sonrisa falsa queriendo quitárselo.

Ella sale corriendo con la nota en sus manos después de lanzarme el libro. Exhalo resignado. Mis 30 años no pueden competir con sus 20 así que la veo correr descalza por la arena y posteriormente se pierde en la casa.

Vuelvo a ver el libro sonriendo por su portada y lo llevo a mi pecho apretándolo con fuerza. Estoy seguro de que el novio de Amanda me tendrá cierto rencor al leer cierto capítulo. Y pensar en eso me divierte. Mierda, pagaría por ver su rostro de niño poeta.

-Buongiorno, Felipe. -Sacudo la mano hacia un hombre mayor que lleva al menos una semana siendo mi vecino.

-Ciao! Al, ¿se te antoja un Ginseng?

Lo veo acercarse con la taza de café en la mano y hago un ademán negando.

-Me pregunto si acaso tiene problemas con su memoria a corto plazo, mio amico.

Él niega con la cabeza tomando de la otra taza que tiene de café y suelta una risita.

- Tengo una pequeña hacienda en el norte. Solo busco opiniones a mi nuovo caffè, llevo una semana mejorándolo.

-Pues... okara.

Ayudar a las personas en tipo de cosas, aunque parezca ridículo: no es mi especialidad. Sin embargo, al pasar dos años desde que vivo aquí, he intentado encajar y convivir lo mejor que puedo. No es fácil, sobretodo porque siento que no estoy en casa, pero la tranquilidad que me da el lugar al saber que nadie conoce mi pasado, quién fui y a dónde pertenecí... Mierda, no se compara con nada. Y solo por eso la situación no es difícil.

Difícil fue dejar mi vida atrás.

La primera persona en enterarse que estaba decidido a irme de Panamá fue la morena, Amanda. Recuerdo que, estuvo dándole bastante plazo a nuestro encuentro debido a que estaba atareada con un caso importante, el primero de hecho, así que decidí dejarla tranquila, no acosarla como de costumbre. Ella estaba comenzando a tener su vida y fue la que terminó de darme el impulso para dejar la mía e iniciar de cero.

La facciataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora