Capitulo 3

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La noche había caído mientras caminaba donde el camino de piedra que guíaba hacia la entrada de mi casa. Lo único que alumbraba aquel camino era la luz de la luna pero poco a poco iba renaciendo la luz, entré más me acercaba a mi gran casa me acercaba hacia las luces; las luces estaban apagadas a excepción de la planta de abajo y de la entrada. Mire hacía mí jardín, aún que no pudiese ver lo que había por la oscuridad de la noche decidí hacerlo atrapandome en mis dichos pensamientos, trayendo a mí mente un millar de veces el recuerdo de mí padre. Mí casa no era tan grande como las de los demás duques que servían ante la corona, como por ejemplo el padre de Lissa. Mí padre le gustaba lo acojedor, no era tan acojedor pero se veía la diferencia entre las casas, y más a comparación con la de mis abuelos. Me pregunté en ese momento si mí padre le habrá vendido o la habrá dejado en nombre mío o de mí madre, decidí no más pensar en eso cada vez me acercaba un poco más. A mi como a mí madre nos gustan los lujos, pero a diferencia de ella, yo siempre seguía el consejo de mí padre, mantener los pies sobre la tierra, todos somos uno. Mí madre a veces se le subía la riqueza por la cabeza, pero ahí estaba mí padre, para aterrizarla de su nube pero ahora me pregunté ¿Qué va ser de nosotras sin él?. Y vino otra vez la misma pregunta que me invadía desde que falleció ¿Por qué se suicido?. Había llegado a la puerta grande de color café. Estaba apunto de jalar la manija pero me detuve al escuchar unas voces desconocidas hablar con mí madre.

—Yo me encargaré de ella ¿si? —continuó—, ninguna palabra de esto —advirtió

Yo arrugue el ceño al escuchar sus palabras, en este mismo momento entraría ahí a preguntar qué sucede pero ¿Qué pasa si arruino aquella visita? y que ya no me entere de que era lo que de trataba esto, mí uriosidad era más grande por ahora que mí cansancio.

—Esta bien duquesa de Bermont... Fue un gusto enorme de hacer todo esto con usted, él señor... —estaba apunto de escuchar hasta que la puerta se abrió enfrente de mi

Maldecí en mí mente al no poder escuchar. Era nuestra ama de llaves Clara, esta tenía una sonrisa nerviosa mientras se recargaba en la puerta.

—Señorita Vivian —saludó—. Que bueno que ya haya vuelto. Ya es muy tarde y sabe como es la señora Bermont —rió solo ella

Giró su cabeza sobre su hombro para susurrarle algo a otra sirvienta, algo que no pude que mis oídos alcanzarán a escuchar. La sirvienta de no sé que nombre, –no era por mala educación, simplemente no era muy acertada con los nombres– ella salió disparada hacia la sala de estar.

—Gracias, Clara —susurré pasando a mi casa

—¿Se la ha pasado bien con la señorita Coppola? —preguntó quitándome el abrigo delicadamente

—Claro, si —ignoré un poco—. ¿Dónde está mí madre?

—Oh ella está en la sala de estar —dijo, yo me aproxime rápidamente—. ¡Ella tiene visitas!

No dije nada más y me acerque cuidadosamente de no hacer ruido, obviamente todo fue en vano porque sabía que ya habían anunciado mí llegada. Estaba mí madre parada juntos dos desconocidos, uno joven apuesto y otro ya adulto, casi mayor. Mí madre abrió ligeramente los ojos al verme para después asentir.

—Vivian, que bueno que
llegaste

Yo sonreí levemente, algo incómoda. No dejaba de ver aquellos señores que estaban parados dándome la espalda.

—Buenas noches. ¿Quiénes son ellos? —pregunté

Aquel joven rapidamente se volteo con una sonrisa al verme, hizo una reverencia al lo cual me ví obligada responder yo con una.

—Buenas noches señorita Vivian, mí nombre es Alesso Esposito —se presentó

Había escuchado su nombre alguna vez en mi vida pero no me podía acordar en donde. Era un nombre muy italiano de Florencia, es no había ninguna duda.

A través del Odio| T. C.Where stories live. Discover now