Capitulo 10

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—Mi señor —saludó una mujer

Una mujer de baja estatura, regordeta y de piel apiñonada. Se veía una mujer sería, y algo juzgadora e intimidante. Espero que no sea así, al como saludó a Timothée con gusto y familiaridad me dió algo de tranquilidad. La volteé a ver unos segundos para seguir dejando mi mirada llevar por cada detalle, hasta que la voz de Timothée me llamó:

—Vivian

Me volteé sin decir nada, aquella señora con uniforme color negro me miró de pies a cabeza. Fruncí el ceño mientras me acercaba poco a poco hacia ellos. Miró a Timothée y le dio una sonrisa con aprobación, rodé los ojos discretamente.

—Permíteme presentarme —continuó—. Soy Ester, ama de llaves —hizo una reverencia

Yo sonreí levemente, algo incómoda.

—Mucho gusto Ester yo soy...

—Es mi nueva esposa, Ester —interrumpió Timothée—. Ella es Vivian, Vivian Chalamet —dijo posando su mano en mi cintura

Su tacto hizo que me mi piel se erizara, alertandome un poco. Sentir su mano rodear parte de mi cintura que se moldeaba a su mano hizo que me pusiera nerviosa, al igual con solo escuchar que ahora Bermont ya no estará en mi nombre, sino el de Chalamet. Vivian de Chalamet, reina de Italia, esposa de Timothée Chalamet, ¡Por Dios!. Me molestó su tan repentino cambio de tratamiento conmigo, en el desayuno me tachó de altanera y agresiva, discutimos en el camino de hacia acá e ignorandome por completo, ¿Que le sucedía a este hombre?.

—Aún que todavía no nos casamos —mencioné soltandome de su agarre

Ester lo volteó a ver algo sorprendida por mi actitud desobediente y reprochante, habladora de más. No dignas de una damisela, para ver la reacción de Ester supe que es una señora conservadora y recatada. Timothée tensó su mandíbula marcada para después relajar el semblante, convirtiendolo en uno serio y seco.

—Soy el rey, excelencia. La ley soy yo, en un abrir y cerrar de ojos ya estamos casados —ahora la que tensó la mandíbula fuí yo

—Lo que sea —respondí—. Si mi querido esposo me dejase, quisiera ir a mi habitación a instalarme ¿Se puede? —pregunté irónica

Timothée sonrió burlesco, sabía que se reía de mi por dentro, se reía de mi molestia.

—Claro. Por favor, Ester acompaña a nuestra señora a su nueva habitación que hemos preparado para ella

—Claro mi señor

Ambas nos volteamos, dirigiéndonos hacia las escaleras. Lo único que quería era estar sola, descansar por un momento de todo, y de aquel hombre que se llame Timothée.

—Vivian, la espero para la comida a las tres con quince minutos. No llegue tarde, odio los retrasos —advirtió

Paré en seco, me volteé para verlo a los ojos con una sonrisa falsa.

—Como diga el señor —respondí molesta

Me volví a dar la vuelta e irme hacia donde Ester me guíase. Quisiera dejar todo, y pretender que todo es un mal sueño, una pesadilla horrorosa. Caminamos por los pasillos con escasa luz, pareciera que esta habitada por espectros misteriosos, por qué al caminar por ahí me ponía alertada.

—¿No es de su agrado, excelencia?

Volteé a ver a Ester, ella a lado de mi. Ella era más pequeña de estatura que yo, así que cuando la volteé a ver mire su cabello nevado. Al parecer en una mirada de reojo, Ester vió mi rostro alertado con los ojos algo abiertos, vió que examinaba cada rincón oscuro. Los miraba con atención pues tenía temor de que de ahí saliera algo misterioso a asustarme. Éste lugar necesita más luz, tenía ventanas pero con cortinas que no dejaban que la luz traspase con facilidad.

A través del Odio| T. C.Where stories live. Discover now