20. Padre e hijo

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END

No perdí el tiempo, en cuanto la proyección desapareció, inmediatamente me despedí de Lucy para ir al estadio, él siempre se toma todo demasiado literal, así que es probable que se vaya si llega más de un minuto antes que yo.

Una vez en el lugar, es sencillo ubicarlo, de pie en el borde hacia adentro del techo de la parte cubierta, viendo en mi dirección.

"Esto va a ser incómodo" pienso, sintiendo un agujero en el estómago mientras voy hacia él.

Me detengo más o menos a un metro de distancia de donde está, pero él no me dirige la mirada desde que nota que lo vi. No sé ni por donde comenzar con esto.

—¿Qué quieres? El tiempo corre —él pregunta, manteniendo la vista en algún punto del estadio.

Bien, entre antes termine con esto, mejor, solo debo ver cómo empezar.

—Supongo que... —maldición, decirlo me cuesta más de lo que esperaba, nunca había hecho algo como esto—. Te debo... una disculpa.

Ya está, lo dije, y él parece tan sorprendido que se dignó a mirarme con el ceño levemente fruncido.

—Lo lamento, ¿sí? —digo luego de tomar aire y soltarlo rápidamente—. Estaba muy enojado, fue fácil culparte y me desquité contigo cuando sabemos quién es el verdadero responsable por lo que pasó; a él no lo podía tratar así, pero tampoco era razón para hacerte eso.

—Todo lo que dijiste —él recuerda con su tono tranquilo de siempre, pero lo noto bastante tenso, además ha vuelto a su posición original—, esas no son cosas que salgan de la nada, en verdad es lo que siempre has pensado sobre mí. No tiene sentido negarlo.

De acuerdo, acepto que eso es cierto, es lo que toda la vida pensé de él, solo que tal vez lo expresé mal.

—Hasta cierto punto, así es —admito—. No te voy a mentir; siempre me dio envidia que estuvieras libre de un contrato con ese idiota; podías hacer lo que quisieras, pero seguías con él y eso me enfurecía. No es que comparta ese pensamiento, pero hasta tú en el fondo debes ser consciente de que para él no eres más que un experimento o una herramienta de la que dispondrá en cuanto no le sea de utilidad.

Él permanece en silencio y sin moverse; luce pensativo, pero no tengo la menor idea de lo que pase por su mente.

—Aparte de eso, había algo que sentí que tenía que decirte —digo al cabo de unos segundos. Está bien, no sé cómo hacer esto—. De acuerdo a ciertas circunstancias... —comienzo y pierdo la capacidad de hablar con normalidad, las palabras se amontonan sin sentido y me cuesta continuar—. Todo parece indicar que eres... que yo soy...

—Que eres mi padre, ¿es eso?

—Sí... —un momento, ¡¿qué demonios?! —espera, ¿lo sabías? —pregunto, atónito, esto en definitiva es lo último que esperaba.

—Sí —él asiente con calma y eso solo hace que me sienta aún más ridículo por lucir como un humano que acaba de ver un fantasma.

—¿Pero cómo...? ¿Cuándo...? —me odio por sonar tan impresionado, pero no lo puedo evitar ahora.

—Desde siempre —él suspira antes de explicar—. Cuando era pequeño, Zeref me puso en animación suspendida y así me mantuvo por años. Él pensaba que no me enteraba de nada, pero a partir de cierto tiempo aprendí el idioma, escuchaba todo lo que hablaba descuidadamente cuando estaba en la habitación en la que me mantenía. Al despertarme, Zeref me dijo mi nombre y poco más que eso, pero sobre todo, que él había sido el responsable de mi creación —hace una pausa—. No le creí ni por un instante, ya le había escuchado cosas como "Él es su padre, que se encargue de él" en varias ocasiones, aunque no sabía con exactitud de quién hablaba hasta que me envió contigo el día que nos conocimos. Lo entendí de inmediato.

Alma perdidaWhere stories live. Discover now