~*02: Llamado De Atención*~

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Corría por el bulevar Leopoldstrabe a toda prisa, pero aquella condenada calle parecía no acabar nunca, ya me estaba quedando sin aire y aún me faltaba casi una manzana. El bus se había retrasado por alguna misteriosa razón y no me había quedado otra opción más que caminar hasta el trabajo, el trecho era relativamente cerca, pero gracias a las fabulosas botas de tacón de aguja que había decidido usar aquel día, el camino empedrado se me estaba haciendo un infierno, por lo que pese a todos mis esfuerzos, me tomó veinte minutos poder llegar hasta la puerta del bar donde trabajaba desde hacía dos años.

Era un lugar bastante nuevo, lo habían inaugurado apenas unos meses antes de yo empezar a trabajar ahí, una chica de la universidad me había mencionado que buscaban personal, y en mi desesperación por conseguir dinero extra había ido corriendo a la entrevista aunque no sabía nada de ese mundo, y por algún maravilloso golpe de suerte me habían contratado pese a mi falta de experiencia, algunos argumentaron que se debió a mi aspecto físico, que vendería bien en un sitio así; pero yo quería pensar que fue gracias a mi buena actitud y entusiasmo.

Pero el hecho era que independientemente de lo que pensara mi madre, aquella había sido una gran oportunidad para mí, me permitió dejar los otros asquerosos y esclavizantes empleos y gracias a las jornadas nocturnas me generaba incluso más que todos aquellos combinados.

"Bavarian's Bar" consistía en un gran local con losetas de piedras grises en las paredes y una pequeña terraza techada en el exterior, aparentando ser un bar como cualquier otro, de esos que abundaban ahí en el distrito Schwarbing. Sin embargo, el interior era un mundo totalmente diferente, que resultaba ser el atrayente principal del lugar.

Con la totalidad de sus paredes en gris humo, lámparas cromadas colgando del techo, estanterías en metal y madera clara, y respetando todo el movimiento de concepto abierto, el lugar tenía un aire Chic Industrial que enamoraba nada más de entrar, nada que ver con los bares simplones de por la zona, que parecían trasportarte al siglo XIX con todo el interior cubierto de madera y escazas fuentes de luz.

Franz y Ben habían apostado a lo moderno y no a lo clásico, como solían hacer los dirigentes de ese sector comercial en particular; más que un simple bar, este lucía como un restaurante de la zona adinerada de la ciudad, sin llegar a ser ostentoso y con unos precios de ensueño para cuando te gusta el lujo pero no eres rico, lo cual le convertía en el lugar de encuentro más visitado para los adultos jóvenes de Münich, el lugar se estaba convirtiendo en una bomba, y yo estaba orgullosa de trabajar ahí.

—¿Tarde otra vez, zanahoria? ¿No te parece un poco masoquista de tu parte? –—me saludó Viktor en la entrada.

—Métete en tus asuntos, Blancanieves —gruñí en respuesta, pasando de largo sin prestarle mucha atención, pero sí oí su risota ante mi comentario mientras me alejaba.

Viktor Koch era uno de los chicos de seguridad del bar, un grandulón de casi dos metros de altura y brazos que podían aplastarte como a una nuez. Estaba destinado a la entrada exterior debido a su intimidante aspecto, sin embargo aunque su físico parecía una novela de terror... Su personalidad era un cuento para niños. Era un hombre muy atento, y un bromista nato, ¿Su pasión? Hacer chistes sobre pelirrojos, lo que se traducía a que el objetivo predilecto para sus tonterías era yo, de ahí que me llamara zanahoria, haciendo alusión a mi vibrante cabello rojizo.

Sin embargo, para su deleite, porque vaya que le encantaba buscarme pleito; yo era fácil de encender e igual de ingeniosa que él. Yo por mi parte solía llamarle Blancanieves, burlándome del hecho de que Viktor era blanco de pies a cabeza, su piel era como el papel y su cabello casi incoloro, lo único que dejaba en evidencia que no era albino eran sus ojos azul intenso. Era bastante usual que nos molestáramos entre nosotros, sin embargo ese día yo no estaba para bromas, porque como bien había dicho él... Estaba llegando tarde... Otra vez.

Entre Tragos y Secretos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora