Kamiharem yaoi

Campamento

Por fin habían salido de la carretera, Denki sacó su cabeza por la ventana del auto pues era un solo carril así que no había peligro. Katsuki sonrió al ver el comportamiento infantil de su acompañante. Este dejaba que su cabello fuera llevado por la brisa, el clima nublado era perfecto para ese momento pues no parecía haber posibilidades de lluvia más el sol tampoco era una molestia.

—Lastima que Eijiro, Hanta y Mina se lo van a perder. —volvió a centrarse correctamente en su asiento para después mirar a su novio.—

—Ellos llegan mañana tonto, no se perderán de tanto. —le recordó.—

—Pues sí pero ... el espectáculo de luciérnagas de cada año es hermoso el primer día ¿no crees?. No quiero perdérmelo pero quería verlo con ellos también. —hizo un puchero, volviendo a revisar los últimos mensajes en el grupo que tenían.—

—Uhm ... ahg odio desvelarme pero ... te prometo que iremos a verlas esta noche, ¿si?. Ahora sonríe, maldición. 

—¡De verdad!, Gracias Kats. —el menor esbozo una gran sonrisa, impaciente por llegar al lugar del campamento.—

Katsuki siguió conduciendo durante otros quince minutos hasta llegar al lugar donde siempre acampaban. Ambos bajaron y se dispusieron a bajar todas las cosas para esa noche al menos. En unas horas anochecería por lo que tenía tiempo.

Katsuki se encargó de la casa de campaña, mientras denki acomodó los troncos alrededor de la fogata como siempre y luego colocó las piedras en círculo en el centro para crear esta misma.

—Eh Kacchan, ¿no necesitarás el instructivo?, hace mucho no armas la casa ¿no?. —Kaminari le ofrecía el papel, más este en su arrogancia y ego por impresionar a su novio con su gran memoria decidió ignorar su comentario.—

—Los instructivos son para idiotas, yo puedo armarlo solo. —Denki cedió, yendo a terminar el resto de sus labores del día.—

De igual manera Bakugō no cedería. Se dedicó a buscar madera para la fogata de esa noche mientras "el gran Dios Katsuki, ser humano perfecto que nunca se equivocaba" se encargaba de la tienda. Ya estaba volviendo a usar sarcasmo, más ese hombre sin duda lo solía sacar de sus casillas. Decidió tratar de olvidarlo mientras tomaba las ramitas que se iba encontrando tiradas y alguna otra que podía cortar fácilmente. Pasadas unas horas creyó tener suficiente madera para esa noche por lo que decidió regresar.

Estaba cansado, cenaría, se daría un baño rápido en el río, y después se iría a la camita, si ese era el plan perfecto. Bostezo mientras intentaba frotar su ojo contra su hombro. Salió de entre los arbustos para así observar a Bakugo refunfuñar y darle la vuelta al instructivo que horas antes había rechazado, clavo la última estaca que sostenía la carpa y por fin suspiró cansado.

—Ey, al final alguien si necesito el instructivo eh. —Burló el más bajo dejando la madera al lado del círculo de piedras.—

—Cállate, fueron solo unos pequeños inconvenientes.