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Paul se encontraba trabajando aquella mañana en su despacho, cuando el mayordomo ingresó diciéndole que su madre y hermana habían llegado.
Salió apresuradamente y al llegar a la entrada pudo visualizar a las dos pelirrojas en la puerta.

— Madre, Elsie — dijo abrazando primero a una y luego a la otra — ¿Cómo ha estado el viaje?

— Aburrido —. Dijo su hermana al instante.

— No es para tanto, tu hermana se aburre fácil.

— Bueno, ahora que llegaron buscaremos algo divertido que hacer, tienen sus habitaciones listas, el ama de llaves las acompañará.

— Bien, nos refrescaremos y bajaremos nuevamente —. Dijo su madre.

— Aquí las espero.

El pelirrojo había vuelto a su despacho para terminar de arreglar unos papeles mientras esperaba a las damas.
Luego de unos veinte minutos decidió dejar el trabajo un rato y salir a esperarlas en las escaleras.
Había decidido que primero les daría un recorrido por la casa, su madre y hermana no venían a Londres hace nueve años y el aún no había comprado esa propiedad.
Desde que su padre había fallecido hace dos años, Paul había estado insistiéndole a su madre para que se trasladara a Londres, pero nunca había aceptado. De todas maneras él iba a Edimburgo a verlas cada vez que podía
Unos diez minutos habían pasado cuando ambas bajaron. 

— Tu casa es hermosa hermano ¿Cuánto te costó?

— ¡Elsie! No se pregunta eso, es de mala educación —. La regañó su madre.

— No ha sido nada barata hermana — dijo riendo — pero tranquila, no he tocado nada de tu dote si es lo que te preocupa —. Dijo para molestarla.

— Oh por mi podrías gastar toda mi dote, no me interesa — dijo levantando los hombros — o podrías dármela a mi y yo haría mucho con ella.

— Nadie tocará tu dote señorita y es mejor que te concentres en conseguir un marido — habló su madre — esta noche espero te comportes.

— Tranquila madre, me esforzaré —. Dijo con su mejor sonrisa.

Paul sabia que su hermana se esforzaría, pero por espantar a cada hombre que intentara acercársele con intenciones de cortejo.

[...]

Harmony ya se encontrada en el baile organizado por lady Jones, al parecer Florence no se presentaría esa noche y no podía culparla. Si tuviera un matrimonio tan feliz no se preocuparía por aparecer en los salones de fiesta. Pensó en que podría buscar a Anthony, después de todo ellos siempre bailaban por lo menos una pieza, pero no había rastros de él. Por otra parte Nathan, que también podría haberle hecho compañía, había estado bailando con cada señorita que su madre le presentaba. Se compadecía de él, debía encontrar a su vizcondesa y las presiones eran muchas.

— Harmony, Bridget, vengan un momento — habló su padre sacándola de sus pensamientos — hay alguien que quiero que conozcan.

— Claro padre.

Caminaron apenas un poco, hasta que llegaron al lado de una dama y un caballero desconocidos para ella. Harmony miró a su madre en busca de una respuesta, pero al parecer esta tampoco tenia ni idea de quienes eran.

— Lord y lady Jenkins, ellas son mi esposa Bridget Evans — dijo mirando a su mujer para luego señalar a Harm — y ella es mi preciosa hija la señorita Harmony Evans. Él es el señor Jenkins, duque de Cambridge y su madre.

— Un placer conocerlas a ambas —. Respondió el caballero amablemente.

— El placer es nuestro milord —. Respondió Harm con una leve reverencia.

Una sinfonía perfecta © TL #2Where stories live. Discover now