Capítulo 4:

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Lo intentaba con todas mis fuerzas, sabia que el trabajo que estaba intentando hacer no lo podría hacer una simple niña de ocho años.

—Eres una inútil—espeta mi hermano.

—¿Alguna vez te miraste al espejo?

De tantas veces que mi hermano me molestaba tuve que aprender a defenderme.

Me exigía a más no poder. Tenía la presión constante del sueño que quería cumplir, lograr ser la primera mujer alfa y ser reconocida por eso. Claro, no esperaba haber nacido en una sociedad machista, lo que arruino todos mis planes.

Los sueños son un peso más sobre nuestras espaldas al crecer.

Mi querido hermano estaba a punto de contraatacar, pero una voz nos hizo mirar al cielo azul.

—Kira—esa voz me hizo mirar en todas direcciones, sin embargo no encontré a quien me llamaba.

Mi hermano había desaparecido, por lo que me encontraba sola en la entrada del bosque de mi manada.

—Kira—ahí estaba de nuevo la voz.

De pronto todo lo que había pasado en estos últimos días apareció en mi visión como un video grabado en cámara rápida, sin embargo pude captar toda la información necesaria.

Deje de ser una niña de ocho años y volví a mi aspecto del presente.

La voz era de Nicholas. El desgraciado ni siquiera me dejaba morir en paz, que molesto.

—¡Déjame en paz! —grite al cielo. Debería parecer una desquiciada gritándole a la nada de esta forma.

—Lo lamento. Por favor despierta—su voz se oía quebrada.

¿Estoy en alguna especie de coma? No lo creo ¿Fume marihuana? No lo descarto ¿Estoy en mi conciencia? No lo se.

—Se que te dañe, pero te necesito—su voz retumbaba por todo el bosque.

Daria lo que fuera por ver su cara de dolor en este momento.

Una idea cruzo por mi cabeza y sonreí maliciosamente. No me daría por vencida, lo quiero hacer pagar. Me vengaría de aquel imbécil.

—Vuelve—sentí que alguien me tomaba la mano, lo que me volvió a la realidad.

Abrí los ojos de golpe, la luz me golpeó como una pelota de futbol en los recreos de la escuela, los cerré como si la luz me estuviera quemando la pupila y los abrí lentamente acostumbrándome a ella.

Alguien efectivamente estaba tomando mi mano, Nicholas. Él tenia la cabeza gacha mientras que me tomaba la mano. Me moví ya que su tacto me quemaba, ese acto llamo su atención y me miro con esperanza en los ojos, al darse cuenta que estaba despierta miles de sentimientos pasaron por sus ojos, pude distinguir pena, vergüenza.

Los ojos jamás son mudos, pueden llegar a transmitir más que palabras.

—Que parte de "déjame morir" no entendiste—susurro con la garganta seca, la voz no me salía.

Abrió la boca para hablar sin embargo no salió palabra alguna. Luego de un momento intenso entre miradas dice:

—Lo siento—su voz sonaba destruida, sonreí internamente.

—Tu me destruiste, una disculpa no significa nada para mi—intento gritarle con rabia, pero solo un susurro salió.

Hago el ademan de levantarme, pero todo mi cuerpo se encoge de dolor y suelto un quejido ahogado.

—Tómatelo con calma—dice cauteloso a mi reacción ayudándome a reponerme.

Con calma mis pelotas.

Dos mates y una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora