Séptima Noche

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Estaba conciente que el no dormir podría afectarle ,pero las preguntas que abarrotaban su cabeza le impedían cerrar los ojos tranquilamente.

Su cuerpo reposaba en su suave cama mientras sostenía un manojo de llaves contra su pecho, sin despegar la mirada del reloj en la pared.

Tenía un extraño nerviosismo, aquellas llaves fueron las únicas que encontró después de su extensa búsqueda, esperaba que alguna fuera la correcta o de lo contrario terminaría cayendo en la locura.

Tranquilo, tranquilo

Tuvo que soportar el estruendoso silencio por varios minutos más hasta escuchar las primeras notas del violín, mismas que tomó como incentivo para abandonar la seguridad de las sábanas.

Lentamente se incorporó de su cama, puso en el suelo un pie tras otro y con parsimonia salió de su habitación, no sin antes tomar una vela encendida.

En su mente se trazó el recorrido que recordaba hasta las escaleras, un mapa imaginario cuyo destino era incierto.

Las notas le acariciaban los oídos, guiando su camino en medio de la oscuridad y apartando el pesado silencio del ambiente.

Llegó a las escaleras con un frio  recorriendole la espalda, sus manos sudaban al igual que su frente. Se quedó un par se segundo ahí petrificado, sin llegar a pensar en nada realmente, solo mantuvo la vista fija en la oscuridad que tragaba los escalones.

Algo parecía llamarlo de ahí, de ese punto oscuro; una fuerza estrafalaria misma que debería ponerle los nervios de punta, pero en su lugar le daba ánimos para perderse en ella, y así lo hizo.

La música seguía sonando de fondo cuando se topó con la vieja puerta.
Su vela seguia encendida pero su luz había sido remplazada. Finos hilos de luz lograban colarse por la puerta y su platinado color le decían que venían de la luna.

El corazón le gritaba desde su pecho cuando introdujo la primera llave en la cerradura, era incorrecta pero siguió intentando.
Sus manos se volvieron torpes y la cabeza volvió a dolerle a medida que las llaves iban pasando, sin encontrar la que buscaba.

Estaba apunto de llorar a causa de la desesperación, pero...

¡Click!

La última fue la correcta.

Sonrió como si acabara de encontrar un tesoro luego de una extensa búsqueda (lo cual no estaba tan lejos de la realidad).

Su respiración se tornó pesada y la emoción de hace unos momentos decayó al igual que su sonrisa cuando tomó la manija y giró.

Una habitación. Solo era una habitación, pero logró detenerle por completo.

Habían pedazos de madera mal cortados, viejos, arrumbados en una esquina. El piso estaba cubierto por una gruesa capa de polvo y en las paredes habían tantas telarañas que parecían una enredadera con vida propia.
Del lado izquierdo había un ventanal enorme, pero roto.

Y, frente aquel destrozado ventanal, encontró aquello por lo que sus ojos desvelaban:
Una silueta, una persona.

La vela que tomaba con fuerza, cayó de su mano, rompiéndose al chocar con el polvoroso suelo.

Jadeó a causa del estupor que todo aquello le causaba. Sus manos picaba y sentía un enorme peso en pecho, como si sus entrañas se retrorcieran por dentro.

Taehyung juró que se desmayaría cuando la persona volteo dejándole ver su rostro.
Era un chico. De cabello azabache y piel pálida.

No

La cabeza le martillo tan fuerte, logrando aguadar sus ojos mientras respiraba rápidamente.

—Me encontraste.

Aquel chico adornó con una sonrisa su rostro, viéndole casi con ternura.
Taehyung en su lugar, tenía lágrimas a punto de caer de sus ojos cuando pudo pronunciar el nombre que tanto estubo buscando:

—Jungkook

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Siento que no quedó como quería 🥺🥺😩💔

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Siento que no quedó como quería 🥺🥺😩💔

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