Epílogo

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Que bonito es todo cuando sale bien, ¿verdad?

Es hermoso cuando todo sale bien, pero no todo es así.

No todo sale bien. No todo es como en un cuento de hadas.

Nunca te cuentan lo mal que lo ha pasado un personaje en la historia.

Nunca te cuentan las veces que un personaje ha llorado.

Nunca te cuentan como funciona un día en el que todo el mundo deja de sonreír.

Cero sonrisas. Miradas centrándose en el suelo o miradas perdidas sin ningún rumbo.

Corazones rotos.

Llantos que te hacen más daño de lo que ya te ha hecho la situación.

Sollozos de esos padres que le dieron una vida increíble a aquella persona pequeña que se merecía un final feliz.

Sollozos de aquella niña rubia que siempre estuvo a su lado riendo e intentando seguir sus pasos de baile aunque nunca fue tan buena como él.

Aquella niña, no tan niña ahora, con su vientre abultado en aquel entonces lloraba viendo todo lo que tenía delante.

Sus padres se abrazaban entre sí y yo temía que alguno de los tres se desmayara en aquel momento.

Varias personas sostenían la caja después de que esta estuviera abierta por un par de horas, diciéndole adiós antes de verlo por última vez encerrado en aquella caja alargada.

La caja cerrada en aquel momento. Los sollozos cesaron dándole respeto a la persona que aquellos hombres sostenían.

La mirada perdida del chico de pelo largo. Su moño bastante mal hecho. Sus ojos llenos de lágrimas. Sus ojeras que se podían ver a kilómetros de distancia. Una de sus manos en el bolsillo de su pantalón.

Mi pecho subiendo y bajando intentando controlar mi propia respiración, pero también sintiendo que estaba detrás de una pantalla controlando la respiración de todos los allí presentes.

Me dolió ver cada cosa que pasaba delante de mis ojos.

La primera pareja que se formó estaban abrazadas con su hija cerca de ellas.

La adolescente rubia sostenía una flor amarilla contra su pecho, viendo como la caja se movía con los pasos de aquellos hombres.

Sus mejillas mojadas y muchas lágrimas corriendo por estas.

La pelirroja llorando en el hombro de su mujer. Victoria encargándose de sostener el cuerpo de Coraline mientras ambas lloraban en silencio.

Coraline no podía creerse que, de nuevo, se despedía de una de las personas más importantes de su vida. Años más tarde, la historia se repitió para ella.

Un mejor amigo se fue, otra vez.

El rubio muy serio al lado de su esposa, la cual necesitaba agarrarse a la mano de Thomas para sentir que no estaba sola.

Al lado de Stella, sus padres observaban como la caja bajaba poco a poco.

Maldita sea. En unos minutos íbamos a perder de vista aquella madera. Se ocultaría en aquella tierra.

Aquella tierra que, tiempo después, crecería hierba y un par de flores bonitas.

Tan bonitas como él.

La muchacha morena se encargaba de acariciar uno de mis brazos mientras miraba todo lo que teníamos delante de nosotros.

Kenia ya era parte de la familia desde hacía muchos meses.

Damiano |Måneskin|Where stories live. Discover now