CAPÍTULO 48

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Un mes ha pasado desde la derrota de Kibutsuji Muzan, tiempo en el que la erradicación de los demonios ha sido casi completa.

Pero no todo es felicidad, pues en esa batalla una persona de gran corazón había dado su vida para que aquello haya sido posible.

Una vida por la de miles.

La gente más cercana de aquella chica de dorado mirar fue la más afectada de todas, pero a pesar de eso en un mutuo acuerdo y como una forma de honrar la memoria de aquella grandiosa mujer todos ellos trataron de ser fuertes, bueno, casi todos.

Tomioka Giyuu, el chico que era medianamente sociable se había alejado de todo el mundo, este se había encerrado en su habitación después de la celebración fúnebre de la azabache.

Al principio su compañero y amigo no le había dado mayor importancia, comprendía que el ojiazul necesitaba tiempo a solas para asimilar la perdida, por lo que decidió darle su espacio.

Pero Sabito comenzó a preocuparse cuando Tomioka dejó de comer los alimentos que este le dejaba en la puerta, y no solo eso, pues una vez descubrió a su amigo a muy altas horas de la noche con varias botellas de sake, intuyendo que esa era la razón por la que siempre le deja la comida intacta, situación que ha durado dos semanas.

Actualmente Tsuyoi se dirigió a la cocina con un semblante preocupado, pues de nueva cuenta el pelinegro dejo intacta el cuenco de arroz que le había dejado en el almuerzo.

- Taisho-san, por favor dígame que debo de hacer - Pensó el pelidurazno dirigiendo una mirada hacia el pasillo por el que había venido - Si esto continua así temo que Giyuu cometa una locura por la tristeza que lo embarga -

Estaba por irse a darse un baño cuando llamaron a la puerta, eso lo extraño, pues no tenía conocimiento alguno de que alguien vendría a la Finca.

Así que con paso lento el ojilavanda fue a ver de quien se trataba, pero en cuanto abrió la puerta dicho visitante entró como un rayo, empujando al joven en el proceso y haciendo que este cayera de sentón al suelo.

Un poco aturdido por la caída Sabito trató de ver de quien se trataba, pero aquella persona era tan rápida que este ni siquiera tuvo oportunidad de verlo, soltando una maldición. Estaba por fin de pie cuando una segunda persona apareció repentinamente, empujándolo de nuevo al suelo.

A diferencia de la primera persona, al ver lo que hizo esta regresó hacia donde se encontraba el caído Tsuyoi.

- ¡Lo lamento mucho Sabito-san! ¡No quise tirarlo! - El mencionado chico alzó rápidamente la mirada al reconocer aquella inconfundible voz - Sabito-san ¿Se encuentra bien? -

- ¿Sumiko? ¿Qué haces aquí? - Preguntó algo sorprendido, pues desde del entierro de Kagome no la había visto - ¿Dónde has estado? -

- Después le cuento Sabito-san, ahora necesito de su ayuda - Expresó algo preocupada, llamando la atención del pelidurazno - Y evitar que haga alguna tontería -

- ¿De quién rayos hablas Sumiko? -

La menor estaba por responderle cuando ambos escucharon un gran estruendo venir del interior de la casa, por lo que sin tiempo que perder corrieron lo más rápido posible para averiguar lo que estaba ocurriendo.

Llegaron en el preciso momento en que cierto chico de melena oscura era lanzado por los aires, tirando un pequeño cuadro que estaba en la pared en la que este se había impactado.

La ojirubí estaba por ir a auxiliarlo cuando dos botellas terminaron por estrellarse a cada lado del ojiazul, el cual sufrió leves cortes en el rostro debido a los fragmentos de dichos objetos al quebrarse contra la pared.

HACIA UN NUEVO MAÑANA (FINALIZADA)Where stories live. Discover now