Capítulo 9

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Mi condición física se agravaba en ciertas circunstancias, puedo correr, solo que no al extremo

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Mi condición física se agravaba en ciertas circunstancias, puedo correr, solo que no al extremo. Parte de mi pierna derecha es sensible a esos cambios de ritmo sin preparación o estiramiento previo.

Es algo con lo que tuve que convivir mucho, siendo más joven al tener aquel accidente, todo cambió. Fue difícil porque no pude recuperar completamente mi vida, mi pierna era parte de eso, un problema con lo que tengo que convivir todos los días. Ya no hay nada más que hacer con ella, no se puede arreglar más.

Una ducha siempre funcionaba para calmar mi estrés. Aquella tarde fue caótica, muy caótica. Entre persecuciones y miradas que de alguna manera me juzgaban, estaba harta de todo. Al llegar después de buscar a Baxter que estaba muy contento de perseguir a aquel periodista, lo primero que hice fue darme un baño para calmarme.

Me miré en el espejo. Mostrar mis debilidades no me gustaba y más aún cuando era al frente de tantas personas. Lo notaron, lo vi en sus miradas y más en Marcus.

Salí del baño, estaba más tranquila. Me pondría el piyama y vería la novela turca haciendo que este día desapareciera de mi memoria completamente. Tomé del pequeño armario mi piyama de dos partes con diseños de nubes.

Esas miradas de curiosidad siempre me debilitaban.

Me senté en la cama con solo mi camiseta de tirantes y mis bragas. Me miré en el espejo de cuerpo completo que había en la habitación, mis únicas dos prendas no lograban ocultar la herida. Al levantarme me acerqué para admirarla mejor, no lo hacía con frecuencia, pero en ciertas ocasiones la admiraba con respeto y asco al mismo tiempo.

Me centré en la tortuga como siempre hago, ese tatuaje gigante que marca mi muslo derecho. Con colores y un diseño complicado. Levantándome un poco la camiseta terminé de admirarlo, era un tatuaje grande, justo lo que necesitaba para tapar la herida. Un pedazo de mi cadera, trasero y muslo en el sector derecho de mi cuerpo fue lo que salió afectado y la única culpable era yo misma. Nadie más.

—Es un buen tatuaje. —Palabras bonitas y motivadoras era lo que necesitaba para intentar volver a la realidad mientras lo admiraba. Era mi marca de guerra y de sobrevivencia.

Me desplacé con las muletas intentando no resbalarme y caer como ayer. Terminando de verme como una estúpida frente a todos.

—¿Quieres ayuda? —una enfermera se ofreció a guiarme hasta la sala en donde estaba mi fisioterapeuta.

—Gracias, pero paso. —Dije de forma seca.

—Debemos cuidar la herida.

—Puedo sola. —Quien se creía que era.

—Como quieras cariño. Por cierto, tu madre quiere verte.

—No puedo. —Le di la espalda y seguí mi camino.

Con duda abrí la puerta, andar con muletas era complicado.

—Nichole, hoy haremos barra. —Me señaló el fisioterapeuta mientras hacía movimientos específicos en la zona de la muñeca a otra paciente.

Solo quiero estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora