1: Una noche (VIII)

255 16 1
                                    

—También tienes que mover la lengua.

Hijo de puta.

Tuve que chupar su pene, aunque sentía que mis labios se iban a romper. La lengua que se movía a la fuerza cosquilleaba. Movió la lengua de un lado a otro y sus labios se movieron también.

Pero a pesar de mis esfuerzos, no mostraba ningún signo de venirse. Creo que mi mandíbula se caerá primero.

—¡Kugh!

En ese momento, su mano agarró mi cabeza y empujó su pene con fuerza hasta el fondo de mi garganta. Gimió y su semen se derramó por mi garganta.

—¡Ugh!

Cuando estaba a punto de escupirlo todo, su boca fue bloqueada por su mano.

¿Por qué tienes tanta fuerza?

—Traga.

—¡Ugh!

Hice todo lo posible por quitar la mano que me tapaba la boca con fuerza, pero no se movió. No parecía dispuesto a soltarla hasta que realmente tragara el semen que llenaba mi boca.

¿Acaso estás loco?

—¡Vaya!

No tuvo más remedio que tragar su semen con su mirada inmóvil. Era asqueroso. Era sucio. Quería suicidarse, haber sido tratado así por este bastardo.

—Ha, ha....

Me tragué todo su semen y la mano que me tapaba la boca se retiró. Ahora podía respirar bien.

—Hijo de puta...

Eso sería suficiente. Incluso ese bastardo se detendría a este nivel si existiera la moral. Pero, ¿por qué sigue ahí?

Me tumbé en la cama como si estuviera cayendo. Es difícil.

—¡Hey!

Entonces este bastardo se subió encima de mí sin saber hasta qué punto.

Naturalmente, su mano subió por mi pierna y me acarició el muslo con un toque extraño. Lo hizo con la boca, ¡así que no pretendía hacerlo con su parte de abajo!

Estaba claro que me dolería más si lo hacía ahora, incluso cuando mi espalda estaba en las peores condiciones. Me duele cuando estoy bien, pero no me imaginé cuántas veces me dolería si lo hago ahora.

—¡No lo hagas!

—¿Que no lo haga?

—¡No! ¡No!

—¿No?

Me miró con desprecio, como si se burlara de mí, y me metió implacablemente dos dedos en mi agujero.

—Ha... ... Roana, ¿no puedes?

Se burló de mí mostrando sus dos dedos que chorreaban líquido amoroso de mi vagina.

—Tienes el culo tan mojado que quieres que te pique enseguida, ¿no?

—¡No

—Está goteando, así que ¿qué te disgusta?

Era obvio que lo hacía a propósito. Lo decía porque es un pervertido que disfruta con el dolor, el llanto y la vergüenza.

—En realidad, no me importa cuál sea tu voluntad, Roana. Sólo abre las piernas. Yo me encargaré de ello.

—Hijo de puta...

Realmente, mi protesta fue ignorada. La pierna que intentaba sujetar fue fácilmente abierta por él. Puso su cara en mi coño y lo estimuló con su lengua.

ᴄʜᴇʀɴᴏʙʏʟ ᴍᴇ ᴀᴍᴀWhere stories live. Discover now