Capítulo 07

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"Hay muchas formas de debilidad, lo mismo con el poder."

Wan-Lian

Atena y Halia eran armas gemelas, lo único que las diferenciaba era la mano que las empuñaba. JiuJiu sostenía la primera, preparándose para el ataque, muy en contra de los deseos de su madre. Lan-Sui por su parte, empuñaba a Halia, firme a su palabra de darle ventaja a su hermano.

JiuJiu fue rápido al comenzar. En su infancia entrenó, aún cuando las voces se opusieron, logró forjar su propio estilo y juego de pies, pero antes de llegar a pulirlos por completo la salud de su cuerpo fue en picada. Al recuperarse, la hoja de plata, antes fácil de maniobrar, se tornó pesada. No fue hasta varios años después que nuevamente consiguió entrenar sin tambalearse por el peso. Zaia fue la primera en completar su entrenamiento, JiuJiu la secundó con una técnica sin precedentes.

La velocidad y elegancia de sus movimientos superó la ordinaria, se volvió un fragmento de imagen cortada antes de desvanecer por completo. Un ataque recto llegó rozando el flanco izquierdo de Lan-Sui, la piel de la mejilla se abrió por el filo, cubriéndose de patrones escarchados cuando el arma se retiró, profundizando el corte. 

Hubo pequeñas gotas de sangre, una sustancia transparente, algo viscosa si se comparaba con la normal. Lan-Sui no se molestó en atenderse, bloqueó el siguiente ataque, JiuJiu ejerció presión desde la distancia para que Atena no se retirara. 

En el mundo, cada clan sobresalía con sus propias armas, los humanos tenían sus lanzas de luz celestial, los brujos portaban abanicos que escondían muerte en sus cuchillas con formas de plumas, las brujas no tenían igual con sus dagas puntiagudas, tanto en los mangos como en las empuñaduras. Los demonios por su parte, manejaban espadas, en el cielo eran espadas cristalinas, adornadas con flores de oro a lo largo del filo mortal, capturaban la luz solar y se potenciaban con eso, se les llamaban Rafraris. En las sombras del clan Luna se ocupaban las Nahiaras, modelos delicados, con dos puntas curvadas al comienzo de la hoja por la empuñadura. Las Tiarias eran del clan Nieve, armas caracterizadas por el frío de sus cortes, y los patrones nevados que dejaban al abrir heridas.

Atena y Halia pertenecían a una sección única de Tiarias, forjadas con plata maldita; si chocaban entre sí esparcían copos y chispas azules, si herían, la hoja solo buscaba la sangre con mayor desesperación.

Acostumbrado a actuar con prudencia, JiuJiu se acostumbró a planear las estrategias meticulosamente, incluso ahora, su plan fue dar un poco a Atena para que decidiera reclamarlo todo. Lan-Sui era poderosa, pero detener a una espada que ha probado y quiere más, es imposible, a menos que se mate al dueño, y en este caso esa opción no sería considerada ni siquiera como una.

—Se deja ganar. —Zaia, siendo espectadora del combate a pocos metros de donde se llevaba acabo, habló con pesar, no conteniéndose de suspirar. —Es así con JiuJiu.

Mo-Quing a su lado no dio un comentario inmediato, Zaia creyó que no hablaría cuando por fin dijo algo.

—No se deja ganar, en cualquier combate habrá alguien que mueva antes. JiuJiu usa la cabeza, si no lo hiciera, ni siquiera con el primer movimiento de su lado podría ganarle al pequeño zorro. Con ese plan Lan-Sui debe de estar usando hasta el ochenta de su poder y magia, para quitarse a la espada solo pude cansarla. El príncipe sin duda tiene buen potencial.

—Agradezco los halagos de la comandante a mi hermano. Estará extasiado de saber que dio una buena segunda impresión a sus ojos. 

—Oh sí. —Mo-Quing se rio un poco. —La primera vez que lo vi estaba atado en un árbol, quizá pueda decirse que esta vez es mejor que la anterior. Aunque en realidad no importa, me agradó desde el principio.

The Princess And The Demon Witch IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora