Capítulo 31

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"Una vez que la paz se rompe todo va en picada cuesta abajo."

Ágape

El palacio de la ciudad oscura fue construido en lo más alto de una montaña de piedras rojas y obsidiana, la única forma de acceder a la entrada, era por medio de una secuencia que parecía interminable de cincuenta mil escalones lisos. Los miembros del consejo imperial rara vez descendían para evitar el martirio de una caminata sin magia,  pero había excepciones, y aquellos que decidieron vivir en la ciudad como citadinos ordinarios sufrieron al ser convocados de manera repentina por su emperador, debido a la llegada de los familiares de su esposa.

La procesión de ancianos subieron en grupos pequeños que, aparte de quejarse del camino gozaban de fuerzas suficiente para quejarse también de los chismes que circundaron a la muerte silenciosa de JiuJiu.

—Lan-Sui. ¿Escuchaste de ella? Vino a la capital en lugar de su hermana. Ahora que el segundo príncipe ha muerto, ¿cree que ella tiene el derecho de aumentar su posición? ¿Qué viene después? ¿Asesinará también a su alteza Zaia para quedarse con el trono?

—¿Ella mató a su hermano? Yo escuché que en realidad no fue así.

—¿Creerás sus palabras cuando todas las pruebas apuntan en una sola dirección? ¡Es obvio que mató a su hermano! Sus antecedentes tampoco son limpios, carga con la muerte de Mo-Quing, esa comandante que era una buena chica. Ah, pobre niña, tuvo tan terrible final por culpa de Lan-Sui.

 —¿No eran maestra y discípula? ¿Lan-Sui fue tan desvergonzada como para matar también a la única persona que se atrevió a enseñarle? 

—Quería su espada, Zagan es una reliquia y un arma de primera mano, sino fuera por eso, ¿por qué otra cosa Lan-Sui habría aceptado estar junto a Mo-Quing? La maldita esperaba una oportunidad para matarla, una vez pudo hacerlo desapareció del clan amatista, llevándose a Zagan consigo. 

 —¡Anunciando a los ancianos del consejo imperial! —Los cuchicheos terminaron cuando el grupo llegó a la plaza final, una luna llena que estaba custodiada por decenas de guardias, quienes después de inspeccionarlos les abrieron paso al palacio. 

Thunder los esperaba sentado en el trono de obsidiana y cristal oscuro, donde la roca se fusionaba con los talados, volviendo el asiento imperial una parte unida, aferrada a la montaña. Su esposa y la primera dama de blanco esperaban en sus respectivos asientos, cada una vistiendo ropas cerradas, botas altas y una túnica morada que combinaba con las banderas y tapices que colgaban alrededor.

El coro se inclinó hasta que sus ropas se fusionaron también con el suelo y sus frentes chocaron contra el reflejo pulcro que los miraba en el piso. El de mayor edad fue el primero en hablar, su edad era demasiada, un libro viejo y empolvado, pero con una cubierta de piel intacta, tan conservada que esas hojas añejas ni siquiera se notaban.

—Saludando a su majestad imperial, saludando a la emperatriz de la luna y a la primera dama de las estrellas. Saludando al emperador de la nieve, a su hija de escarcha y a la princesa, hija de los vientos árticos. Estos humildes los reverencian y se postran hasta recibir su permiso para erguirse.

 —Pff. —Lan-Sui dejó la pequeña copa de vino que llegó junto a su charola especial de comida. Katana se mantuvo indiferente al comportamiento de su prima y Wan-Lian tan solo tosió un poco, buscando disimular la burla de su hija. 

Eudora soltó chispas con la mirada e incendió a Lan-Sui, su sobrina ni siquiera se inmutó, manteniéndose en una postura rebelde, retándola a que alzara la voz y la regañara, o quizá, sonriendo únicamente por placer.

The Princess And The Demon Witch IIWhere stories live. Discover now