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Sé que no hay nada que hacer
Sólo nos quedar correr, saltar
Sin red
Tal vez consigas volar
Como solías hacer
Cuando creías en mí

La decisión es seguir
Mi decisión es sumar
Universal
Cerrar los ojos, pensar
Que todo puede cambiar
Que me despierto al final

Salir de esta pesadilla
y volver a empezar

La Habitación Roja - El Resplandor

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Luisita se miró al espejo mientras se pintaba los labios de rosa. Llevaba el pelo en un recogido bajo, que dejaba algunos pequeños mechones sueltos. Se había enfundado en unos vaqueros azules y una chaqueta negra sobre una blusa rosa.

Estaba lista para la noche.

Esa mañana habían celebrado en familia en El Asturiano. Con una tarta casera obra de Marcelino, como no podía ser de otra.

Amelia había pasado el día trabajando y le había mandado un mensaje a Luisita diciendo que se verían en el King's. Laia, por su parte, le dijo que era posible que fuera un poco más tarde porque estaba liada con algo del trabajo.

Así que Luisita llegó con su hermana al King's. La cumpleañera llevaba los ojos vendados y la rubia no paraba de reír por las quejas de María mientras bajaba las escaleras a ciegas.

Una vez abajo, la rubia le quitó la venda de los ojos y todos los allí presentes comenzaron a cantar el nombre de María y a desearle feliz cumpleaños.

Todo estaba decorado con globos y caía confeti por todos lados. María reía feliz mientras recibía abrazos y besos de sus amigos y colegas.

De pronto una guitarra empezó a sonar y la cortina que tapaba el pequeño escenario se abrió para descubrir a Nacho, Amelia, Nieves, Álvaro y Jesús, que comenzaron a interpretar Las Chicas Son Guerreras.

Luisita se quedó con la boca abierta al ver a Amelia ahí arriba. No la había visto en todo el día, y estaba preciosa. En el escenario tocando la guitarra mientras Nacho cantaba ¡Uh!, ¡ah! Las chicas son guerreras.

Nieves tocaba la otra guitarra, Álvaro el bajo y Jesús la batería. Pero Luisita solo tenía ojos para Amelia. Sus rizos sueltos, esa camisa negra con un par de botones desabrochados, esos pantalones rojos ajustados... 

Los invitados empezaron a bailar y a corear el estribillo. A lo que María y Luisita se unieron con gusto.

Una lluvia de aplausos y vítores llenaron el local cuando la banda terminó la canción. Nacho agarró una rosa y bajó del escenario de un salto. Sonrió como un bobo enamorado mientras caminaba hasta María, a la que entregó la rosa. La castaña no se lo pensó dos veces y tiró de la camisa estampada del chico para besarlo entre gritos y silbidos.

Luisita dejó a los tortolitos y se acercó a pedir a la barra. Cuando tuvo su bebida vio que Amelia se acercaba con una sonrisa en los labios. Mentiría si dijera que no sintió algo al verla.

- Hola.

Luisita se mordió el labio inferior - Hola - bebió de la pajita - Buena actuación.

Amelia rio - Bueno todavía queda mucha noche. ¿Te ha gustado?

La rubia escaneó a la morena de arriba a bajo, sintiendo un calor repentino, y asintió - Mucho.

Amelia se pidió otra bebida y entonces empezó a sonar María de Ricky Martin. La rubia y la morena observaron como María le sacaba el dedo medio a los responsables de la música y se rieron divertidas.

El ValleWhere stories live. Discover now