04. Entre laberintos mentales

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Me engañaba a mí mismo; día tras día solía engañarme con todo lo que me rodeaba

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Me engañaba a mí mismo; día tras día solía engañarme con todo lo que me rodeaba.

Me autoconvencía diariamente de que la situación con mi familia había mejorado, solo porque mi madre era menos dura conmigo y ahora, al menos, recibía un poco más de su atención, algo que antes era prácticamente nulo. Sin embargo, en realidad, ella seguía teniendo a su hijo preferido, el cual claramente no era yo. A pesar de eso, ella mostraba un ligero interés en mi vida, especialmente desde que Samuel se había unido a ella. Supongo que era porque a mi madre realmente le agradaba Samuel o creía que estar cerca de él me impediría volver a sentirme mal o desear la muerte de nuevo, lo cual resultaba bastante ingenuo, dado que desde que conocí a Samuel, solo había experimentado un sufrimiento interno al sentir una atracción magnética que me arrastraba hacia él. Y aunque deseara alejarme de sus brazos, ese imán tan poderoso que me atraía simplemente me impedía alejarme de él.

También después del accidente, apenas veía a mi padre, tal vez porque le avergonzaba tener un hijo que estuvo a punto de morir por voluntad propia, o quizás simplemente nunca le había importado ese hijo que siempre pedía algo de cariño. Sin embargo, la mentira más frecuente que me contaba a mí mismo era acerca de mis sentimientos hacia Samuel y lo mucho que luchaba por erradicarlos de mí, pero en lugar de eso, solo crecían como una bola de nieve que no dejaba de rodar cuesta abajo. Era como esas escenas de películas que solía ver de niño. 

Diariamente, una pregunta estaba clara en mi mente: ¿Podría Samuel estar sintiendo lo mismo que yo?

Era completamente absurdo pensar que Samuel sentía algo por mí cuando él mismo me había dicho que tenía pareja y mantenían una relación bastante seria. A pesar de ser consciente de esa relación seria y tener escaso conocimiento sobre las preferencias sentimentales de Samuel, había momentos en los que no podía evitar sentir que entre él y yo existía algo especial, como lo sucedido en la rueda de la fortuna o la noche en el risco. Estos pequeños momentos llenaban mi corazón de esperanza e ilusiones, aunque estas se desvanecían al ver otra publicación nueva de Samuel con su novia en Instagram. Se sentía como volar alto y, de repente, chocar contra algo, cayendo precipitadamente al vacío. Esto se repetía una y otra vez cada vez que Samuel hacía algo lindo por mí. 

Samuel era tan cercano a mí como nadie, y esto era como una espada de doble filo; porque, aunque éramos mejores amigos y nos queríamos más que a ninguna otra persona, yo sufría diariamente por esta relación tan estrecha. Ya que al pasar tanto tiempo juntos, mis intensos sentimientos por él se veían afectados, aumentando como un incendio incontrolable que ni siquiera el agua podría apagar. Incluso muchas veces pensaba y deseaba no haber profundizado tanto en nuestra amistad, ya que así Samuel se habría sumado a uno de mis tantos amoríos pasajeros que había tenido en el pasado, y lo habría olvidado al cabo de unos meses, lo cual ahora era imposible.

De cierta forma, odiaba amarlo.

Odiaba que sonriera de lado, como tanto acostumbraba.

Odiaba que me despeinara el pelo con su mano solo para molestarme.

Si te QuEdAs conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora