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 Fue una semana rara, había ratos en los que hacía muchísimo frío, y otros en los que te tenías que sacar hasta las bragas para no morirte de calor.

Cerca del mediodía, Horacio fue al lugar donde escondió los cadáveres de las personas que Pogo había asesinado. De vez en cuando les dejaba flores, las cuales se marchitaban con el paso del tiempo, en un ambiente así no duraban mucho. Se sentó en una roca sobresaliente del peñasco, dejando escapar un leve suspiro. Luego de lo ocurrido, logró convencer a su "hermano" de volver con sus medicamentos. Si bien Pogo en el pasado lo ayudó muchísimo, ahora mismo, en el presente, no sabía de lo que sería capaz.

A Horacio le gusta la vida que tienen en Los Santos, pero, al igual que otras veces, esos idiotas vuelven a aparecer para estropear todo. Temía por la seguridad de Gustabo, y por lo que Pogo podría tramar; pero, ante todo no dejaría que "ellos" vuelvan a utilizar a su amigo y compañero.

La voz del Comisario Volkov le hizo dar un pequeño susto. El ruso avisó de un existente código 3, pidiendo refuerzos.

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La luna dejaba ver mitad de su cara, mientras que el sol se empezaba a ocultar. Mientras tanto, en comisaría se encontraban Fred y Conway, discutiendo sobre qué hacer con Leónidas, el cual estaba completando papeleo por órdenes del viejo.

-Señor, creo yo que sería un tanto obvio que sospechen de nosotros si es que Leónidas tiene mayor seguridad que de costumbre. - Opinó Fred, sentándose cómodamente en la silla del superior.

- ¿Entonces qué coño se te ocurre? – Preguntó Conway sacando las balas de su arma, si esto seguía así cometería suicidio.

Ya habían pasado tres días desde que le llegó la noticia al Super de que la mafia iba a actuar de nuevo. En el poco tiempo que tuvo, el viejo estuvo planeando diferentes formas para proteger a su oficial. Según lo que le dijo Gustabo, el ataque sería dentro de una semana por lo que aún tenían tiempo para pensar, aunque se le hacía extraño que fuese en un periodo tan corto de tiempo.

El Subinspector se quedó viendo el techo; dio un par de vueltas en la silla, como si esto lo ayudase a pensar, y dejando salir un pequeño suspiro, dijo:

-Podríamos encerrarlo por algún crimen pasado, no creo que Leónidas haya sido cien por ciento legal en toda su vida. - Bromeó el rubio.

Conway no se podía dejar de frotar la cien, ya estaba llegando a su límite de paciencia. Todo el día estuvo preocupado por el mismo asunto, eso, más los problemas que tuvo en el CNI por errores pasados, le estaban comiendo la cabeza.

Gustabo por alguna razón no se estaba tomando la situación muy en serio, si bien era algo normal en él, Conway sentía que algo fallaba. Dios, ya eran muchos los problemas que tenía y pocas eran las soluciones; estaba intentando unir hilos, lo cual no le estaba haciendo del todo bien. Pero había una cosa en todo esto que no encajaba, las victimas anteriores de la mafia fueron todas con rangos altos. Jesús, Ivanov, Torrente...

-Espera un momento...- Dijo Conway en voz alta. No tenía sentido secuestrar a un oficial, por lo que su objetivo podría ser otro...

Por la radio, notificaron "Actitud sospechosa" y varias camionetas cerca de comisaría.

...

- ¿Me habéis mentido? - Preguntó Conway adoptando un tono serio.

- ¿Disculpe? – Cuestionó el rubio deteniéndose en seco.

-Vosotros me habéis dicho que tomaría días...-

Gustabo se acomodó en la silla y con un tono claramente molesto respondió

¿Quieres ser un héroe?Where stories live. Discover now