7. William

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Ese fin de semana me di cuenta de que prácticamente me pasaba todo el tiempo en casa o de recados así que todavía no había disfrutado de Londres, sólo había pasado por sus calles de paso. De repente, se me ocurrió la idea avisar a aquella simpática mujer que conocí en el vuelo, para hacer un plan el domingo.

Esperaba que respondiera en ese preciso momento, pero al otro lado de la línea no sonó su voz cantarina sino una voz masculina.

- ¿Diga? -contestó aquella voz con un particular acento inglés que se asemejaba al acento escocés, esa fue mi impresión.

Me aclaré la garganta mientras empezaba con mi particular manía, caminar y dar vueltas mientras estoy hablando por teléfono.- ¿Se encuentra Betty?

- Sí, espere un momento -oí como la llamaba y escuche risas.

- Dígame, ¿quién es?

- Soy Adriana, ¿me recuerda? Me conoció en el avión de Barajas-Heathrow...

Me interrumpió entre risas y me contestó en castellano.- Claro que sí, cariño. He esperado una llamada tuya por semanas creí que me ignorabas o se te borró mi número, pero ya veo que no.

- Pues la verdad es que en estas semanas me he estado incorporando y los domingos los he tenido para descansar, y ni siquiera he tenido tiempo de conocer Londres.

- Vaya, llevas cerca de dos meses en Londres y aún no conoces esta bella ciudad... ¡Eso es muy fuerte, cariño!
Mañana a las 4 p.m prepárate que nos vamos de paseo y luego te vienes a cenar conmigo y unos amigos -demandó en una falsa orden con su gracia tan característica, que me hizo reír y recordar a mi gente.

Acepté sin ninguna duda porque necesitaba despejarme y algo de diversión, odio la monotonía, y que mejor forma de pasar un domingo que con una mujer que daba la impresión de estar chiflada pero en el buen sentido.

Antes de cortar, me dijo- Y que conste que ya he echado un vistazo a mis colegas para ver con quien podrías congeniar, y ya le hable de tí, bueno le comenté lo poco que se de tí. Y te aviso ese hombre está para violarlo en el acto -solté un grito que le hizo carcajearse- enserio, verás como me darás la razón -dijo entre risas- bueno, te dejo que debo continuar con mis obligaciones. Besitos y cuídate, ¡hasta mañanaaaa canariona! -gritó esto último lo que me hizo dar un traspiés del susto.

Volví a mis quehaceres de la tarde, resoplé pensando en que debería echar currículum pues me sentía agusto con la familia Jefferson pero no quería acomodarme tanto, tenía que independizarme y seguir con mi plan de vida.

Había terminado de cenar y de recogido y estaba subiendo a mi habitación para acomodarme en un calentito pijama, de camino a mi hahabitación, me cruce con la habitación de Alba. Pasé por su umbral porque eran las diez de la noche y me extrañó ver la luz de su cuarto encendida porque se suponía que ya debía estar durmiendo, la vi tendida en su cama llena de barbies y ositos de peluches, su dormitorio tenía un estilo muy rosa parecía la habitación de una princesita, se encontraba con un libro, lo que me hizo acercarme por curiosidad y es que aún no sabe leer.

Levanto su linda cabeza rubia para mirarme con una sonrisa que me llegaba al alma- Adiiii, que bueno que estés aquí -dijo con un tono meloso que me hacía saber que me iba a pedir algún favor, y me di cuenta de que quería cuando me tendió su libro de Winnie Pooh.

Alcance el libro mientras me tendía a su lado y le leía su cuento favorito, en ocasiones tenía que mandarla a callar porque se reía cada vez que interpretaba a Tiger, le hacía mucha gracia y me pedía que lo imitase una y otra vez.

Estuve como media hora leyéndole su cuento cuando acabé, ya estaba completamente K.O, me hizo sonreír ver su tierna carita relajada, le bese su mejilla y la arropé, y antes de salir apagué la luz de su lámpara y enchufé la luz pequeña que tanto la tranquilizaba cuando se despertaba a medianoche.

Nunca creí que lo inimaginable se haría realidadOnde histórias criam vida. Descubra agora