Capítulo 31: Terribles errores

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Los demonios de la isla corrían en dirección a los botes salvavidas que venían llegando desde las rojas aguas, motivados únicamente por el deseo del destierro de los mares que ambas hermandades proclamaban como suyos

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Los demonios de la isla corrían en dirección a los botes salvavidas que venían llegando desde las rojas aguas, motivados únicamente por el deseo del destierro de los mares que ambas hermandades proclamaban como suyos. Durante el encuentro, espadas y sables chocaban entre sí, con el objetivo de rebanar las carnes de sus oponentes para derramar la sangre y cubrirse de gloria. No había mujer u hombre que no estuviera sediento de venganza, impulsados por la adrenalina que surgió en medio de la batalla.

La tercera línea de ataque, estaba formada por simples piratas guerreros, almas destrozadas y despojos de carnes que se decían humanos. Barboza llegó complacido para reunirse a la acción, quienes miraban al guerrero en combate, notaban su destreza y fuerza sin problema, eran pocos los valientes que se atrevían a pelear contra él, eran pocos los oponentes que igualarían sus habilidades. Sin embargo, esta era una ocasión única, puesto que se trataba de la fiesta de los ingleses para alcanzar el exterminio, no solo de la hermandad enemiga que tantos problemas les causó, sino que también, era la oportunidad perfecta para acabar con el hombre cuya cabeza tenía un alto costo para la corona inglesa.

El capitán vio una decena de hombres correr en su dirección con la intención de rebanar su garganta. Sin titubeos de por medio, acudió hacia ellos buscando encontrarse a medio camino. Barboza inició su combate abalanzando su espada, primero del lado izquierdo y luego por el derecho, dos personas habían caído ya a su merced. Uno más recibió en la cara una fuerte patada que le provocó una caída de espaldas sobre la arena, el desplome le costó la vida, pues una vez derrumbado, el capitán le atravesó la carne con su valiosa arma. Segundos después, dos piratas más llegaban para sumarse al encuentro, Manuel logró evitar el rozón que le provocaría un sable manejado por uno de los combatientes, la reacción le hizo retirar la espada que permanecía enterrada en su última víctima y del mismo modo, se hizo del arma que estaba en el suelo; ahora tenía doble oportunidad de vencer a su enemigo. El inglés se fue sobre el guerrero como animal que se lanza sobre su presa; no obstante, Barboza depositó toda fuerza sobre sus piernas para soportar la embestida, por lo que, solo el filo de ambas espadas chocó entre sí. Siendo Barboza un hombre listo y ágil, supo utilizar la mano izquierda para atravesar el estómago de su atacante, el cuerpo de un pirata caía sin vida en el campo.

Un nuevo oponente apareció para intentar eliminar a Barboza, atacándole por la espalda, a pesar de ello, el atentado terminó siendo frustrado por un fuerte grito que alertó al capitán sobre el inminente peligro. Finalmente, giró su cuerpo para recibir con su espada al hombre que acabó desangrado a los pies del legendario pirata.

El corpulento hombre volvió su mirada para encontrarse con quien lo previno de aquel asalto, se trataba de Gonzalo, su buen amigo y mano derecha. Ambos piratas continuaron asesinando, mutilando y golpeando, sin mostrar clemencia, derramaron sangre por obra de sus propias manos. 

Así mismo, la contienda por mar continuaba mientras la batalla en la playa apenas iniciaba, hasta ese momento, no había manera de saber quién ganaba o perdía; o que hermandad tenía la ventaja.

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