Nuevo kit de emergencia

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(Magic- Rude!)

Aparcó en el aparcamiento cerca de su casa, el de la última vez.

Recordaba perfectamente la entrada de su edificio. Pude visualizar a Juls hablando conmigo antes de que... ejem. Antes de que quisiese subir a ver a mi... a Hunter y devolverle su teléfono, y ella se negase y me llamase fan loca a la cara.

Cuánto cambian las cosas, ¿No?

Respecto a nuestra conversación mientras subíamos a su piso... No la hubo. Ni siquiera sé cómo conseguimos llegar a su piso.

Fue salir del coche y me pegué a él como un imán. Acaricié su brazo, y él me abrazó. Después nos besamos. Y así fuimos, pegados el uno al otro hasta las escaleras. Hunter casi se tropezó, pero era muy ágil, así que no se cayó.

Llego a ser yo la que iba de espaldas y ya estaríamos en urgencias por rotura de tibia y peroné. O de culo.

Al llegar al primer piso, decidimos que lo mejor sería subir en ascensor. Subir las escaleras besándote con alguien era la muerte más trágica que menos había tenido en cuenta hasta por aquel entonces.

Hunter empezó a besar mi cuello, y a lamerlo. Y yo necesitaba rociarme con el extintor que había dentro de aquel ascensor claustrofóbico. Jadeos, más jadeos, y muchas pero que muchas ganas.

El ascensor se abrió de par en par, pero ni siquiera nos importó. Nos quedamos ahí.

Me levantó y me dejó sentada en la barra metálica que había para agarrarse. Me sujetó con firmeza y abrí un poco las piernas, de modo que su cuerpo quedó totalmente pegado al mío.

Hundí mis dedos en su pelo castaño algo revuelto, lo tenía más largo que la última vez que le vi. Estaba muy guapo.

Sus músculos se tensaron y su piel se erizó cuando mis labios entraron en contacto con ella. Sentir su respiración en mi oído fue una de las sensaciones más placenteras que había vivido con él.

La puerta del ascensor se cerraba y abría cada dos por tres.

Pero no debería abrirse a no ser que alguien...

Espera.

Mientras Hunter me seguía besando fervientemente, me giré con lentitud hacia la puerta del ascensor, donde había una chica de unos dieciséis años con la mochila—de clase, supongo— mirándonos ojiplática y tragando fuerte.

—¿Por qué paras? —Gimoteó Hunter al verme petrificada. Dirigí su mirada hacia la puerta, y los dos nos separamos de inmediato.

Me bajé de la barra y me puse roja. Muy roja.

La chica no daba crédito.

Cuando me pongo muy nerviosa, analizo todo lo que tengo a mi alrededor. Vi que sujetaba con su mano derecha un libro que yo me leí hace un par de años.

Tampoco le habría sorprendido ver aquella escena a las siete de la mañana en un ascensor sabiendo el contenido de aquel libro.

Salimos de ahí avergonzados, yo por lo menos.

Hunter abrió la puerta de su piso con una sonrisa de oreja a oreja. No podía entender cómo podía estar tan tranquilo después de que una vecina suya le hubiese visto besuqueándose conmigo.

Dejó nuestros abrigos encima de la isla, y se giró con una expresión llena de malicia.

—Oh, oh. No me gusta esa mirada —Dije al ver que se acercaba poco a poco a mí.

—Si no nos hubiese interrumpido mi vecina, ¿Hasta dónde habrías llegado? —Susurró pícaramente.

—¿A qué te refieres? —Dije rodeando mis brazos alrededor de su cuello. Él posicionó su mano en mi espalda desnuda.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora