18. En la Guerra y en el Amor Todo se Vale

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WOORI

Terminé de colocarme la gigantesca camiseta y me senté a la orilla del colchón para volver a poner el vendaje en mi tobillo torcido; lastimado durante clase de ballet.

—Es un poco estresante planear una boda sin el novio. Y el que dejaste de remplazo, quiere poner hígado en el menú.

Seokjin rió, luego hizo un sonido parecido a una arcada. A través de la línea pude imaginarlo sonriendo y haciendo una muy graciosa expresión de asco.

—¡No por favor! No quiero tener indigestión en mi noche de bodas.

—¡Lo sé! No quiere hacerme caso, apenas y lo convencí de olvidarse de los enanos strippers para el entretenimiento.

Jin de nuevo tardó en responder, así que aproveché para meterme a la cama.

—WooRi, debo irme. —Su voz se volvió seria.

—¿Tan pronto?

—Lo siento. —Dejó escapar un sonido ronco, después se aclaró la garganta. —Alguien está llamando a la puerta.

—Dile que se vaya y apaga las luces, lo que sea puede esperar. Tal vez sea el personal de limpieza.

—No creo, debe ser importante. —Respiró pesadamente.

—Tener posible sexo telefónico con tu novia es más importante.

Rio, pero también jadeó. —Debo colgar; espero que tu tobillo mejore y no tengamos que casarnos contigo en silla de ruedas.

—Haré que Taehyung me cargue en su espalda si es necesario. —Hice un puchero. —Te extraño.

—No te preocupes por mí, estaré bien; son sólo un montón de ancianos. Te quiero, WooRi.

Lo siguiente que escuché fue el pitido de la línea vacía.

"Te quiero, WooRi".

Advertí la congoja emanando desde lo profundo de mi pecho al escucharlo despedirse tan de repente cuando a penas y habíamos hablado veinte minutos en todo el día. Su ausencia se sentía por todos lados, sin embargo, no añoraba su presencia. Eso me hacía sentir fatal, porque de cierta manera estaba empezando a descubrir por mí misma y desde un punto de vista más allá de cualquier cosa, lo maravilloso y divertido que Taehyung podía llegar a ser.

No habíamos hablado sobre lo que sucedió en la boda de Mari-na, y sinceramente quería que siguiera permaneciendo así. Como sea, veintiséis días habían pasado desde que Kim Seokjin había partido, eso era equivalente a seiscientas veinticuatro horas sin haberlo tenido cerca, y sólo la mitad de esas horas lo había extrañado con desesperación.

Se sentía mal no extrañarlo. Algunas personas suelen decir que para aquellos que se aman con locura la distancia no importa ni se resiente, y que por más alejados que estén siempre se van a sentir acompañados por el otro, sobre todo en los momentos de soledad cuando deben aferrarse al sentimiento de amor que ambos se profesan. Justo por eso dolía. Por eso se sentía incorrecto, como una traición a su amor.

Jin se encontraba demasiado lejos, y lo estaba. Y con apenas pasados dos días después de que él hubiese llamado por primera vez, ya no lo percibía unido a mí.

Mi último pensamiento antes de dormir fue que necesitaba un abrazo de alguien que me amara.

La imagen Jin nunca apareció.

—¡Despierta, cumpleañera!

Con un grito en mi oído me desperté sobresaltada y con el corazón palpitando a gran velocidad. Kim Taehyung estaba arriba de la cama dando saltitos en el colchón y con su teléfono en la mano grabando todas mis reacciones. El video de cómo desperté el día de mi cumpleaños no sería más que un alarido y la continua imagen de mi persona con el cabello enmarañado y saliva seca en las comisuras de los labios mientras refunfuñaba.

Hasta Que El Sol Se CongeleOù les histoires vivent. Découvrez maintenant