-1- Hielo

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Su corazón dio un vuelco inesperado cuando escuchó la voz llorosa de su cuñada. A pesar del llanto, comprendió el contexto. Dejó caer su teléfono y rapidamente dejó la práctica de Kendo sin decir nada. Tomó el auto y aceleró, iba tan rápido que pensó que podían detenerlo, pero afortunadamente no pasó.

No se había quitado la ropa de la práctica y traía puesto el casco cuando se bajó. No obstante, una vez que llegó al hospital, lo arrojó sin importarle donde quedase después. Sus ojos azules se encontraron los que cristalinos de Kanae Kochou, quien estaba sentada en la sala de espera del área de Urgencias, junto a su esposo, Shinazugawa Sanemi.

Al verlo, Kanae se levantó de golpe y corrió a su encuentro. No pudo moverse apartir de allí. Tenía el cuerpo vuelto una estátua. Ella lo abrazó y le dijo algunas cosas, pero ciertamente no podía escucharla. Le dolía el corazón y los pulmones del esfuerzo.

—Oye, Tomioka. – Sanemi lo sacudió de los hombros y a penas así reaccionó. —¿Escuchaste? ¿Estás bien? Reacciona. – no fue rudo, a diferencia del resto del tiempo, esta vez, él se comportaba decentemente.

—Yo, no... Perdón, ¿Qué? – reparó en Kanae, quien aún le sujetaba de la ropa. Ella negó lentamente y se limpió las lágrimas.

—Descuida. Ven, siéntate. – lo haló de la muñeca hasta las sillas en donde estaban. Tomioka caminó mecánicamente.

Era una jodida casualidad o un simplemente una broma sádica del destino. Ese hospital, era el mismo donde había perdido a su hermana mayor. De hecho, fue casi igual. Estaba en una práctica de Kendo y lo llamaron repentinamente. A penas llegó al hospital, le dijeron la mala noticia. Tsutako había sido agredida en la calle por un asaltante y le habían herido de gravedad. No pudo despedirse de ella, por que en cuanto llegó al hospital falleció.

—Giyuu-san. – Kanae le acarició del hombro y él volvió a parpadear, escapándo de sus recuerdos. —Sigue en el quirófano. El médico nos dijo que no podíamos verla inmeditamente después de la cirugía. Ella... Está luchando por su vida. – tembló ante esas palabras, estaba más pálido de lo usual.

—¿Qué sucedió? – preguntó con un hilo. Kanae se contrajo y prosiguió.

—No están seguros. Pero parece que hubo una exploción en su área. Fue de la nada. Hubo varios heridos y algunos muertos. Lograron rescatarla de los escombros pero... Pero... – ella ahogó su voz en medio de las lágrimas, Sanemi le abrazó en apoyo. Tomioka comprendió el contexto. Su esposa había sobrevivido a una exploción, aun sin determinar.

No tenían ni un año de casados. Shinobu había sido participante de un laboratorio farmacológico el cual tenía en manos un proyecto muy importante, por lo que habían estado retrasando la fecha de la boda de poco en poco. No fue hasta que ella, repentinamente, le dijo que deseaba unirse a él de una buena vez.

En realidad la ceremonía fue bastante amena y sencilla. Fueron sus cuñadas y sus parejas, algunos parientes lejanos de los Kochou y claro, amigos del trabajo. Después de eso, su luna de miel fue bastante corta, debido a que Shinobu necesitaba regresar al trabajo lo antes posible.

Ella no hablaba de su proyecto, puesto que se supone que era un producto bastante importante para la industria farmacéutica y para la salud mundial. No le importaba que no le dijera nada. En realidad, Tomioka no entendía mucho de la farmacología. Sabía que Shinobu era una prodigio para la Química desde que era una estudiante, así que lo que fuera que ella le dijera, estaba seguro que era verídico.

Se habían conocido en la escuela. Tomioka era un recién egresado en la docencia de educación física y Kochou Shinobu estudiante de último año. Sería escandaloso decir que había una atracción extraña entre ellos, pero esa atracción, se reavivó cuando años más tarde, ambos se encontraron casualmente mientras hacían ejercicio en un parque.

FragilidadWhere stories live. Discover now