-3- Porcelana

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La sonrisa siniestra de Douma se reflejó en la copa de cristal en donde estaba su vino. Dio un sorbo y se felicitó a sí mismo por la excelente elección. Una buena cosecha, excelentes manos artesanales, un viñedo de primera... Esas fueron sus palabras mentales. Miró a la mujer frente a él, la chica estaba dormida entre sus sábanas de seda. Era hermosa. Tenía una piel sin imperfecciones, un cabello negruzco que se resbalaba con gracia por sus hombros. La había conocido esa misma noche.

La sedujo y cayó en cuestión de minutos. No necesitaba esforzarse mucho, en realidad. Él también era agraciado y su labia también podía ser bastante efectiva si se lo proponía. Sin lugar a dudas, un gran premio a un esfuerzo tan pequeño.

Desde luego, la había desvestido, besado y hasta mordido. La tomó al menos cuatro veces en toda la noche, hasta que la mujer cayó rendida sobre la cama. Se burló cuando la vio dormir profundamente. Apenas estaba empezando, pero en fin, si no podía seguirle el ritmo, se lo perdía.

Se dirigió a la cocina, tomó algo de vino y volvió a la habitación. Tenía un sofá al otro lado de la pieza, por lo que se sentó allí, bebiendo algo delicioso y al mismo tiempo contemplaba a su presa de la noche. Era una buena velada, hasta que escuchó el timbre de su teléfono.

—¿Diga?

Busqué al derecho y al revés, pero esa perra no tenía ningún documento, Douma. – reconoció la voz con bastante alegría.

—¡Akaza-dono! – exclamó sin importarle si la mujer se despertaba.

—¡Ey! ¿No me oíste? No hay nada en la casa ni en la oficina de esa mujer. ¿Qué se supone que haré ahora?

—¿Nada de nada? – hizo un mohín con los labios, como si hubiera hecho un puchero. —Es dificil de creer, porque mi Shinobu-chan no se habría arrojado del barco sin tener una balsa debajo.

—Pues es lo que escuchaste, no hay nada por ningún lado.

—¿Estás seguro?

—¡Ven y revisa los escombros tú también, hijo de perra!

—Ya, ya, no tienes por qué irritarte. – terminó de beber su vino. —Oye, ¿Dijiste escombros? No me digas que estuviste toda la noche rebuzcando en el edificio...

—Maldito perro, tú dijiste que el jefe quería urgentemente el respaldo, ¿No era así? ¿Me mentiste, Douma?

—¿Eh? ¿Yo dije eso? Bueno, es verdad que es importante, pero en todo caso podrías haber esperado a mañana, cuando la máquina fuera.

—¡Eres un pedazo de mierda!

—¡Ay, eres muy malo!

—¡Douma, no estoy jugando! Me largo a mi casa, estoy harto y cansado. De por sí la puta policía está alerta por el accidente de la mañana y que ese idiota me vio.

Oh, es verdad. ¿Te enfrentaste al prometido de Shinobu-chan? Dime, ¿Lo mataste? Por favor dime que dejaste su cadaver en trozos.

Lo embestí con un auto y quedó gravemente herido. No nos dará problemas.

—¿Pero no lo asesinaste? – reprochó bastante decepcionado.

—Había demasiada gente como para terminar el trabajo, Douma. Si quieres matar a alguien, entonces hazlo tú mismo, no soy tu sicario.

—Qué decepción, Akaza-dono. Me decepcionas.

—¡¿A quién le importa lo que tú pienses?! Escucha, si hablas con el jefe, dile que por tu impertinencia el plan ha tenido contratiempos, no he recuperado nada y no puedo aparecerme en el hospital por ahora, estoy agotado. No me importa si te da una paliza, pero te considero responsable de este día tan fastidioso.

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