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V I I

Anya esta muy feliz, y no es por menos. La persona que hace latir su corazón lo invitó al cine.

Tal vez no debería hacerse ilusiones, estuvo pensando en sus propios sentimientos. Si, estaba segura de que estaba enamorada de Damian. Pero por otro lado, estaba la posibilidad de que él solo la viese como una amiga, algo que le provocaba un malestar en el pecho.

Sabía que la quería, ¿pero lo hacía de la misma forma?

Anya era sensible, por eso no pudo evitar hacerse ilusiones al escuchar la invitación de parte del masculino. Una pequeña (no tanta) parte de ella imaginaba que se trataba de una cita.

─¿Porqué sonríes así?

─Es que estoy muy feliz─respondió sin dejar su sonrisa.

Caminaba al lado de Damian dando pequeños saltitos, no mentía cuando dijo que estaba muy feliz.

─Vamos, llegaremos tarde ─el pelinegro tomó la mano de la femenina para apurar el paso sin darse cuenta del sonrojo que le provocó.

(...)

Después de ver la película, fueron por unos helados mientras paseaban por el centro comercial.

En ocasiones entraban a tiendas sin comprar nada. Bueno...

Tal vez Damian compró algo mientras Anya estaba en el baño. Pero ese un secreto que aún no piensa revelar.

Pudo haber sido una salida simple pero para Anya había sido especial ya que compartió ese momento con su enamorado.

Como buen amigo, Damian la invitó a quedarse en su casa. Una pijamada donde podían comer todo tipo de dulces y hablar, solo hablar.

No era la primera vez que se quedaba en casa de los Desmonds, de hecho se llevaba bien con los padres de Damian.

Cuando llegaron Anya no pudo evitar soltar un bostezo.

─¿Estas cansado, bebé? —preguntó Damian pasando su mano por su rosado cabello en una suave caricia.

La femenina se sonrojo y sonrió levemente. Sentía cosquillas en su estómago por la forma en la que la llamó, pero también confusión.

«¿Soy yo o Damian esta más atento que antes?» pensó. No es que le desagradaba, simplemente le pareció curioso.

─No es nada─le restó importancia─.Mejor vamos por algunos dulces y ¡Cacahuetes!

Damian asintió sonriendo. Después de atacar la cocina, ambos subieron a la habitación del chico donde se sentaron en la cama y Anya encendió la televisión.

─¡Oh Damian! Están dando una maratón de La Ley y el Orden ─dijo con emoción puesto a que esa era una de sus series favoritas.

─Genial, entonces vamos a verla. ─El pelinegro se acercó para sentarse cerca de la femenina. Últimamente siempre estaba buscando su cercanía, además de que se había vuelto algo consentidor.

Su actitud emocionaba y confundía ha Anya por partes iguales, sabía que algo había pasado para que Damian cambiara, aunque no estaba segura de que.

¿Qué diría si se enteraba de que Damian se estaba dando cuenta de sus propios sentimientos? ¿Cuál sería su reacción al saber lo que provocaba en su amigo?

Damian lo entendió después de pasar una noche completa pensando, prácticamente no durmió dándole vueltas a sus sentimientos. De lo bien que se sentía al imaginar la tierna sonrisa de Anya, en su suave cabello, en su linda personalidad, en sus ocurrencias.

Estuvo toda la noche haciendo una lista de todas las cosas que le gustaban de ella, porque era cierto, le gustaba su mejor amiga. 

Pero no sabía si era correspondido, si, tal vez Anya se comportaba de forma dulce con él. Pero así era con todos, siempre fue alguien amable.

Pero jamás lo sabría si no se lo preguntaba ¿cierto?

Bajó la vista a su regazo mientras buscaba la forma de empezar.

─Oye Anya... ¿Podría hacerte una pregunta?

Pero no obtuvo respuesta. Ladeó la cabeza en dirección de la chica pero la encontró totalmente dormida.

Aún tenía una bolsa de cacahuates en sus manos y roncaba levemente.

Sonrió y acarició su mejilla, Anya se removió pero no despertó.

─¿Qué haré contigo? ─suspiró sin alejar su mano─.A veces enserio eres un bebé.

No sabía de donde vino aquel impulso, solo supo que se acercó y dejó un beso en su frente, otro en su mejilla y otro en su nariz.

─Yo... Estoy enamorado de ti Anya.