I.

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Distancia: 0km.

Tiempo útil de conciencia: Ilimitado .

"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo"

Mudarse no era algo nuevo para Kim Namjoon, aquel niño de ocho años tenía la costumbre de mover toda su vida una y otra vez por causa del trabajo de sus progenitores su padre era piloto comercial y su madre sobrecargo, en otras palabras no tenía una vida estable, bueno sí, aunque sentía que no, quizá era más conveniente decirlo de esa forma, no era huérfano pero sí abandonado. Cuando era más pequeño su madre estaba siempre con él, le enseñó a leer y conocer el mundo pero eventualmente sus sueños la llamaban, él la observaba sonreír con tristeza cuando alzaba la vista y veía un avión surcando los aires, Namjoon podía inferir sus pensamientos "Debería estar ahí" y sí, el pequeño niño creía que ella también debía estar ahí, con el tiempo volvió, y quedó al cuidado de su abuelo Jackson un hombre chino que sabía mucho de la vida pero poco del amor, solo y jubilado con mucho tiempo libre y sin mayor cosa que hacer que cuidar de su nieto.

La madre de Namjoon estaba en casa dos veces por semana, sin embargo no estaba, su cuerpo sí pero su presencia no. Él a su escasa edad entendía el cansancio que generaba el trabajo al que ella se dedicaba. Nació en Corea del Sur, cuando tenía seis meses se mudaron a Santiago de Chile, un año después a Canadá, ahí estuvieron durante cinco años y vivieron en cuatro ciudades diferentes, cinco meses en Arabia Saudita. Dos meses en Kathmandu y cinco un país de Suramérica y por último Japón, a un pueblito cerca de una gran ciudad pero lo suficientemente pequeño como para que pocas personas conocieran su nombre. Por esa razón tenía dificultad para hablar, había aprendido diferentes idiomas en tan corta edad, no sabía cuál debía hablar puesto que sus padres intercambiaban idiomas y todavía seguía sin aprender chino, su abuelo se negaba a hablar otro idioma y sí, se sentía tan solitario, aunque ese no era un sentimiento nuevo en él.

La casa era grande, con arquitectura típica japonesa que le parecía ingeniosa elegante pero no muy alegre, en cambio el patio era espacioso, el jardín bien cuidado; verde, frondoso y bonito aunque habían algunas estatuas que le daban miedo como la de aquella Geisha a tamaño real que sostenía un abanico entre sus dedos, con la mirada puesta en la fuente, aquella que era de mármol blanco pulido con broqueles dorados que parecían ser de oro. No alcanzó a ver muy bien todo el lugar porque quería aprovechar los breves instantes que tenía con sus padres—Juntos— al fin se encontraban en casa.

"¿Te gusta la nueva casa?" Preguntó su padre.

"Es bonita..." Susurró.

"Vamos campeón ¿Qué pasa?" Le preguntó agachándose, su hijo había cambiado abruptamente después del accidente...

"No es nada, ¿Cuál es mi habitación?" Cambió el tema rápidamente, no quería inmiscuirse en una charla que no quería tener. Tenía ocho años pero podía dilucidar las cosas desde una perspectiva diferente.

"La que está ahí " apuntó al pasillo de la ala izquierda de la casa. Caminaron juntos hasta ella y era... bueno. Desabrida, vacía pero normal, Namjoon suspiró al ver que al menos la ventana era grande y tenía vista a la parte del patio que no tenía figuras que le daban miedo en el. Intento agudizar la mirada hacia el jardín creyendo ver algo asomarse por la cerca blanca.

"Hijo" el hombre le llamó al verlo con la cabeza fuera de la ventana. "Esta será nuestra casa final, ¿Lo sabes?"

"Eso dijeron cuando vivíamos en Kathmandu" murmuró apartando la mirada de la ventana.

Backyard Boy-SSSS-Minimoni. (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora