Capítulo 28.

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La tensión en la casa se siente inmediatamente, y no hay que ser un genio para saber que Christian sigue encerrado en su estudio bebiendo whisky.

Elliot, que no se molesta en hablar con su hermano, sale de la habitación al inicio del pasillo y se dirige por las escaleras hacia abajo. Es la hora de la cena, no puedo esconderme más.

Tomé una ducha y cambié mi ropa por jeans y una blusa de gasa con volados, algo un poco femenino que mantenga la atención de Christian en mi, porque lo sigo necesitando de mi lado.

Cuando estoy lista, abro la puerta de mi habitación y miro a ambos lados del pasillo aún sin ver una señal de Prescott. No está, así que tomo de nuevo la pistola y esta vez la meto por detrás de los pantalones.

Justo cuando estoy bajando las escaleras, escucho la voz de Christian y Elliot en el comedor.

—Creí que habías salido. —le dice a su hermano, el rubio encoge los hombros.

—Por hoy solo quiero dormir en mi cama y disfrutar de tu compañía. —sus ojos claros se mueven hasta donde estoy—. Y ponerme al tanto con las novedades.

Imbécil.

Supongo que Christian no le ha hablado de mi y de lo que tenemos, pero no lo oculto. Me siento en la silla a su lado y le acaricio el brazo de arriba a abajo.

—Buenas noches. —saludo, principalmente a Christian.

Elliot me mira con curiosidad y diversión.

—¿Eso es lo que pasó? —se ríe—. ¿Me voy unos días y la prisionera se convierte en tu amante?

Sus ojos grises se ponen en blanco, pero no lo mira. Sigue tecleando algo en su teléfono mientras su hermano sigue presionando.

—¿Cómo lo hiciste, dulzura? ¿Gritaste igual que las otras o simplemente lo chupaste hasta que lo dejaste seco?

Elliot se burla y yo no puedo soportarlo, mi paciencia está agotada cuando se trata de él y de todo lo que me hizo.

Por impulso llevo la mano hacia mi espalda y tomo mi arma, apuntando directo a la cabeza del rubio, tomando toda mi fuerza hacer que mi mano se mantenga firme.

—Cierra la maldita boca.

Elliot deja de reír y sus cejas vuelan en su frente por la sorpresa.

—¿De nuevo con eso? —gruñe, luego gira hacia su hermano—. ¿Le diste un arma?

—Si. —responde sin mirarlo.

—¡Pero está rompiendo las reglas! —se queja.

—No, no lo hace. —Christian aparta la mirada del móvil—. Te dije que no podías tocarla, y esa regla sigue en pie. No dije nada sobre ella tocándote a ti.

—Eso es injusto.

El agarre que mantengo en mi pistola se hace más fuerte.

—Entonces no la provoques, ahora cierra el pico y déjame disfrutar mi cena.

Con eso, vuelve la vista al móvil y sigue tecleando, ajeno a la tensión entre su hermano y yo.

—Baja eso ya, Ana. Obviamente no voy a tocarte. —me dice, pero no confío en él.

Elliot no va a tocarme, aunque estoy segura que Reynolds estará encantado de hacer el trabajo sucio de su jefe. Le dedico una mirada dura antes de bajar el arma y apoyarla contra la mesa, todavía apuntando a él.

La señora Jones aparece en el momento más oportuno y sirve la cena, trayendo el plato extra del rubio y una botella de vino tinto para acompañar. Todos cenamos en silencio, ignorándonos mutuamente.

Elliot es el primero en terminar y levantarse de la mesa.

—Gracias por la cena. —dice a nadie en particular—. Voy a atender algunos asuntos, no me esperen despiertos.

Gira sobre sus pies y sale de la casa con Reynolds detrás de él. Cuando el sonido de su auto se ha perdido en el exterior, vuelvo mi atención a Christian.

—Te ves incómodo, ¿Por qué le permitiste volver?

Él toma un sorbo de su vaso de cristal antes de responder.

—Ha vivido aquí durante mucho tiempo, entiendo que desee volver al único lugar que conoce como un hogar.

No entiendo, las piezas aparecen en mi cabeza pero no logro hacerlas encajar y darle sentido. ¿Por qué Christian es responsable de su hermano mayor?

—¿Qué hay en Belleview? —pregunto lo primero que viene a mi mente.

—La casa de nuestros padres. —toma el resto de su whisky de un sorbo y toma la licorera para servir más.

—¿Y por qué Elliot no quiere quedarse ahí? —es decir, es un hombre adulto que además es rico, podría vivir donde quisiera.

¿Por qué está tan apegado a su hermano?

—Es donde nuestros padres fueron asesinados.

Oh, ahora entiendo lo que dijo hace rato sobre la sangre. Si tienen malos recuerdos de ese lugar, es lógico que ambos quieran evitarlo. Las dudas solo crecen.

—¿Cómo... Cómo murieron?

Sé que es demasiado personal y dudo que me dé una respuesta, sobre todo por la forma en que sigue revolviendo el contenido del vaso con la mirada ausente.

Suspira antes de contestar.

—Los asaltaron afuera de la casa para quitarles la jodida camioneta que conducían, mientras Elliot y yo mirábamos por la ventana.

No estoy preparada para lo que sale de su boca, es mucho más de lo que creí que diría. Es algo personal y doloroso que me recuerda la muerte de mi padre.

La imagen de dos chicos de 9 o 10 años vienen a mi mente, ambos aterrados viendo morir a sus padres, uno de cabello cobrizo y el otro rubio.

También dijo que tenía una hermana, y me pregunto si esa es la razón de que ella no sea cercana a sus hermanos. Tal vez solo desea no pensar en todo lo que perdió.

—Lo siento. —es lo único que puedo decir, sabiendo que las palabras no dan consuelo real—. Sé lo que es perder a un padre.

Christian termina el contenido de su vaso sin responder y se pone de pié, empujando la silla con el movimiento. Luego extiende la mano para que yo la tome.

—Basta de charla, te quiero en la cama ahora, sobre tus manos y rodillas. —exige.

Y no voy a contradecirlo ahora, le mostraré que puede confiar en mí para guardar todos sus secretos.

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Capítulos dedicados a 1220sarai por ser la Cerecita del Mes 🍒

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Labios Rojos (Color Venganza #1)Where stories live. Discover now