Parte I

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Era una mañana normal en la hacienda Meraki, Gaby se fue a la universidad, Andrés salió a un ensayo con su banda y Sarita estaba sola como todos los días, ocupándose de sus caballos, cuando recibe una llamada de alguien que no esperaba.

-Albín, ¿cómo estás?

-Muy bien, Sara. Llamaba para vernos, ¿Qué te parece si almorzamos juntos?

A Sara le sorprendió mucho la llamada de Albín, pero agradeció tener compañía así podría distraer un poco la mente de los asuntos de la hacienda y aceptó sin dudarlo dos veces, se trataba del novio de su hijo y era una buena oportunidad para conocerlo mejor. Albín quedó en pasar por su casa para ir a un restaurante más tarde.

La mañana transcurrió con normalidad, Sara se arregló y bajó a la cocina, le dijó a Irene que no almorzaría en la casa, en lo que tocan la puerta, una de las empleadas abre y dice:

-Señora Sara, la busca su hermana la Señora Norma y su cuñado.

-Gracias María, se puede retirar. Hermana, cuñado que gusto verlos- Los saluda con un beso.

-Sarita, tenemos que hablar- Dice Norma, preocupada por la reacción que pueda tener su hermana, ella sabía muy bien todo lo que había pasado estos últimos años y no quería verla sufrir nuevamente.

-¿Qué pasa, Norma? No me asustes, ¿le pasó algo al abuelo, a mamá?

-No, no, no te preocupes ellos están perfectamente bien es otra cosa de la que tenemos que hablar, mejor dicho alguien quiere hablar contigo.

Sara miró a su hermana y a su cuñado confundida, mientras Juan salía a la puerta a buscar a la persona misteriosa que quería hablar con ella.

-Sarita, sé que esto no va a ser fácil, pero por favor escúchalo si, dale una oportunidad hermanita.

Sara no terminó de escuchar a su hermana porque en ese momento lo vio, el hombre que más amó en la vida y el que más daño le hizo, sus piernas temblaban, su garganta estaba seca, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero en ningún momento bajo la cabeza, al contrario lo miro con dolor e ira, no podía creer que él estuviera ahí, en su casa de nuevo, después de tantos años.

Franco no sabía cómo hizo para llegar ahí, no podía mirarla, o si iba a resistir tenerla cerca y no poder besarla, estaba a punto de dar la vuelta y regresar por donde había venido cuando subió la cabeza y la vió, estaba hermosa como siempre la recordaba, incluso más, la detallo lentamente quería correr a su lado y abrazarla, pero no podía, sabía que Sara no lo dejaría acercársele, sus ojos se encontraron y lo que vio en los de ella lo destrozó; sus ojos estaban tristes, apagados, lo miraban con desprecio, Franco sintió como si un puñal le atravesara el corazón. Estuvieron un rato así solo viéndose el uno al otro hasta que Sara habló, rompiendo el silencio que los envolvía.

-No entiendo que haces aquí, pero si quieres puedes quedarte y esperar a Gaby y Andrés, Norma yo tengo que irme, quedaron en venir por mi...- En eso llega Albín.

-Perdón, la puerta estaba abierta...- Todos voltean a verlo, Franco quedó perplejo, mientras Sara agarraba su cartera y salía apresuradamente del brazo de ese hombre. Juan y Norma se miraron confundidos.

Franco no podía creer lo que acababa de pasar, su esposa, su Sarita, la única mujer a la que amaba en el mundo se fue del brazo de otro hombre, le dolía el pecho, sentía que no podía respirar, aire, necesitaba aire.

-Yo... Necesito salir de aquí.

-Está bien, vamos a la casa hermano.

-No, Juan. Necesito estar solo por favor, voy a dar una vuelta.- Juan y Norma no sabían si estaba bien dejarlo ir solo, en el estado en que estaba podía quedar en shock.

-Yo creo que lo mejor es que nos vayamos para la casa y descanses un poco.

-Voy a estar bien, solo necesito respirar un poco, no se preocupen- y salió por la puerta, no sabía a donde ir, solo quería caminar y caminar, perderse en el bosque.

Sara iba en el coche con Albín y no dejaba de pensar en él, "que hacía aquí de nuevo, después de tanto tiempo, a que viene, que busca" se peguntaba una y otra vez en su cabeza sin notar lo que Albín decía.

-Sara, ¿estás bien?- Dijo mientras se acercaban a la entrada de la hacienda.

-Sabes que no, no estoy bien. Lo mejor será que dejemos esto para otro día, te agradecería muchísimo que no comentes esto con Andrés, por favor.

-Está bien, no te preocupes por eso.- Sarita bajo del coche y se despidió por la ventanilla.

-Gracias Albín, nos vemos otro día.

Sarita caminó hacia las caballerizas, necesitaba a su mejor amigo, ese que siempre la escuchaba, sin juzgarla ni reprocharle nada y ahí estaba él, corrió a abrazarlo y se montó en su caballo. No tenía un rumbo fijo, sólo sabía que no podía regresar a su casa, no por ahora. Se imaginó que si Franco estaba ahí después de tanto tiempo debía ser por sus hijos, "él y yo ya no somos nada" su corazón dolía al solo pensarlo, una lágrima rodó por su mejilla y se prometió que sería la última vez que lloraría por él, sin vacilar bajó de su caballo y se sentó a las orillas de la laguna, el lugar favorito de ambos, apretó los ojos, no quería pensar en él.

Franco seguía caminando y pensando en todo lo que había pasado, sabía que Sara tenía derecho a rehacer su vida, pero aun así no dejaba de dolerle. Sin darse cuenta había llegado a la laguna, esa que guardaba tantos recuerdos de cuando eran felices, juntos, con su familia, como extrañaba esos tiempos y ahora que estaba de vuelta sabía que nada iba a ser igual, intentó limpiar las lágrimas que corrían por sus mejillas cuando la vió, ahí estaba ella sentada con la cara metida entre sus manos, temblando, sollozando, Franco no lo pensó dos veces y se acercó, se dejó caer a su lado, quería abrazarla, besarla, decirle que todo iba a estar bien pero no pudo, en el fondo sabía que nada iba a estar bien, que nada volvería a ser igual.

-Sara, yo... Lo lamento, lo siento tanto...- Franco lloraba desconsoladamente, una lágrima tras otra sin poder detenerlas.

Sara se sorprendió al escucharlo, levanto la cabeza,lo miro a los ojos, estaban más azul de lo que ella recordaba, no dijo nada yse levantó. Franco la tomó de la mano y ella trato de soltarse de su agarre.

El ReencuentroWhere stories live. Discover now