01: It all started with the Rain.

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Era una suerte que la lluvia hubiese parado o sino el precioso espectáculo que daban los fuegos artificiales para dar el fin a la semana de festival habría tenido que ser cancelado.

Los asistentes, de todas las edades, disfrutaban de la luces en el cielo entre risas e incluso chillidos, aplaudían cada vez que uno de los fuegos formaba una figura especial.

Sin embargo, lejos de la entusiasmada muchedumbre y, aprovechando el ruido de las explosiones, dos grupos clandestinos corrían por las calles mientras se disparaban entre ellos. Uno de estos grupos, además, maldecía por su reciente fracaso.

Ken Ryuguji, alias Draken, lideraba la carrera de su grupo. Su cabello negro, normalmente sujetado en una trenza por el centro de su cabeza, era un completo desastre. Algunos mechones salían de la trenza y se pegaban a su rostro o a los costados rapados de su cabeza. Se apoyó en una pared, jadeando ligeramente por la carrera y entrecerró sus negros ojos.

No tardó en sentir compañía.

El primero en llegar fue Keisuke Baji. Traía su largo cabello negro sujetado en una coleta baja, sus ojos avellanas llameaban de furia y su mandíbula estaba totalmente tensa.

El segundo en llegar fue Hakkai Shiba. Su cabello azul iba suelto cayendo desordenado por debajo de su nuca, sus ojos de color índigo los recorrió una mirada y pasó la lengua por sus labios, donde tenía una cicatriz vertical.

-Los Haitani se desviaron a la derecha para llevar a los hombres de Kisaki tras ellos -informó viendo a Draken.

-Bien -asintió-. Nos da tiempo para...

-Esto es un puto desastre -gruñó Baji con rabia-. Se suponía que debíamos sacarlo, ¡no podemos permitir que siga con ese animal!

-Ya lo sabemos, Baji -lo cortó Draken, paciente-. Tendremos que esperar a otra oportunidad.

-Mikey no estará feliz -dijo Hakkai haciendo una mueca.

Draken asintió lentamente para después hacer una seña y volver a moverse. Intentó ser lo más rápido y sigiloso posible, maldiciendo en su interior cuando él o sus compañeros pisaban algún charco de agua, pero le fue evidente que los hermanos del diablo habían logrado su objetivo de ser la distracción. No es que fuera una sorpresa, Ran y Rindou eran increíblemente talentosos.

Se metieron por el estrecho pasaje que los llevaba hacia el punto de reunión donde los esperaban las dos personas que consideraban sus líderes y que no estarían nada contentas con el resultado de la noche.

Saltaron una reja para introducirse entre árboles y arbustos que intentaban ser preservados en la colina que los llevaría al santuario. La lluvia volvió a hacerse presente, por lo que se vieron obligados a reducir el paso para no resbalar en la subida.

-Ya era hora.

Cuando llegaron arriba, mojados hasta los huesos, fueron recibidos por un chico moreno, de cabellos blanquecinos y ojos violetas, que los miraba de pie con ambas manos en su cadera y una ceja arqueada. Traía pendientes de Hanafuda en sus orejas.

-Perdona, Izana -dijo Hakkai recuperando el aire-. Se complicó todo.

-¿Qué mierda quiere decir eso? -preguntó Izana mirándolos fijo antes de fruncir un poco el ceño.

Los tres chicos intercambiaron una mirada sombría que hizo que Izana frunciera más el ceño y cruzó sus brazos, esperando una respuesta.

-No pudimos -carraspeó Draken, dando un paso adelante-. De alguna forma, Kisaki sabía que íbamos y no pudimos sacarlo.

¦ Kisses with a taste of Death ¦Where stories live. Discover now