Chapter 11

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A la mañana siguiente, Emilio despertó a Joaquín con un golpe fuerte y la promesa brusca de un café.

Antes de que incluso pudiera procesar su abrupto despertar, Emilio había desaparecido, retirándose hacia la cocina donde el café vivía. 

¿Había siquiera notado que Joaquín estaba desnudo y desparramado a través de las sabanas?

La vergüenza le revolvió el estómago como leche en mal estado. Cerró los ojos, obligándose a sí mismo a no ir en caída libre, pero era demasiado tarde. La ansiedad tenía sus anzuelos enterrados profundamente y parecía determinada a desgarrar el camino a través de las capas que envolvían su frágil ego.

¿Emilio no lo había mirado en las cámaras la noche anterior? O, ¿lo había mirado y no le gustó lo que vio? ¿Se había adelantado demasiado? ¿En qué había estado pensando Joaquín?

Aunque no lo parecía, Emilio era un extraño. Aunque no lo fuera, era imposible de leer. Joaquín nunca sabía quién ser con él o cómo actuar. Joaquín había sentido esa conexión con Emilio inmediatamente, ¿pero no era esa la definición de lujuria? Solo estaba caliente. Claramente, Emilio no se sentía igual. Quizás realmente era un ciborg. 

Joaquín enterró el rostro en la almohada, todavía no estando listo para enfrentar al mundo. Odiaba la incertidumbre. Odiaba no saber en dónde se encontraba

—Levántate, ahora. Hay demasiado en la agenda de hoy.

Joaquín luchó contra la urgencia de imitar las palabras de Emilio como un niño, aunque así era como se sentía. Infantil. Estúpido, incluso. 

Se arrastró a sí mismo al cuarto de baño, tratando de entender en qué punto había ido mal la noche anterior. Él había estado seguro de que Emilio lo deseaba. Dijo que miraba a Joaquín todo el tiempo. Jodidamente había olisqueado su pelo cuando él alcanzó el café de Emilio.

 ¿Quién hacía eso cuando no te gustaba una persona? 

Un bicho raro, una voz hizo eco en su cabeza. Emilio definitivamente era raro. Algunas veces parecía posesivo, otras veces era como si se tratara de un extraterrestre, incapaz de cualquier cosa que requería las emociones humanas más básicas.

 Preguntas lo bombardearon mientras se cepillaba los dientes. 

¿Emilio habría apagado las cámaras? 

¿No le había gustado la... actuación de Joaquín? 

¿Quizás decir el nombre de Emilio había sido demasiado?

 Tal vez a Emilio no le gustaba Joaquín. Quizás realmente era heterosexual como Wyatt había dicho. Parecía absurdo. No podía imaginar a Emilio con una mujer... o con un hombre, realmente. Al menos que ese hombre se tratara de Joaquín. No tenía  inconvenientes en imaginarlos juntos. Lo había hecho en la ducha casi todas las noches... Muy gráficamente.

Joaquín alejó el pensamiento, inspeccionándose a sí mismo... pero no podía ver nada malo. No haría falsa modestia en su cabeza. Joaquín lucía bien. Su entrenador lo había ayudado a esculpir su cuerpo con tres horas de sesión de gimnasio, cinco días a la semana. Él no era todo fuerza y músculos voluminosos como Emilio, pero su cuerpo se veía mejor que nunca. Era una estrella de cine caliente. 

Las chicas adulaban su cabello y ojos miel. Era una portada de novela romántica andante. Así que, ¿Cuál jodidamente era el problema de Emilio? 

Todo el mundo amaba a Joaquín. Él se había asegurado de ello. Veía lo que las personas querían y él se los daba. Así que, ¿cómo se había equivocado con esto? Era obviamente la culpa de Emilio. Era demasiado difícil de leer con su cara sin expresión o la sonrisita presumida, la única excepción eran esos pocos momentos en que había mirado a Joaquín como si quisiera comérselo vivo.  Su rostro se ruborizó. 

MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora