9.Sabrina Spellman

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Aunque pudo escapar, el mundo que dejó atrás fue consumido por completo por la nada. Al romper el espejo y regresar a casa, Morningstar le advirtió a la otra Sabrina que El Vacío no se detendría hasta que todo estuviese destruido. Y luego murió. Sí, Sabrina murió. Pero fue solo un doble, ¿verdad? Los Spellman suelen reírse ante la muerte...

Afortunadamente, la verdadera Sabrina sabía el malvado plan desde el principio, y preparó una trampa para vencer a Blackwood. Sin embargo, eso no trajo de vuelta a todas las personas atrapadas dentro de su Vacío. Parece que cortar a Sabrina para drenarle el Vacío es la única forma de arreglar todo esto. Mientras ella se desangra hasta morir, Ambrose y Harvey ingresan al Vacío en una misión de rescate, y mientras están adentro, también se llevan a todos los demás Terrores Eldritch para quedar atrapados para siempre.

Una vez que todos estén libres, la idea era que Nick tomase la Caja de Pandora y la abriera desde el interior del Vacío, terminando lo que comenzó Sabrina. El plan funciona: todos están a salvo y los Terrores de Eldritch se han ido para siempre, pero ¿qué pasa con Sabrina? ¿Por qué se ve tan pálida? ¿Sabrina? ¿Estás bien, Sabrina?

- Animadora de día, Reina del Infierno de noche... Ambas son hijas de Hécate. Ambas son nuestras hijas. - elogió de manera conmovedora la tía Zelda.

A todos los presentes se les veían adecuadamente tristes mientras miraban dos ataúdes, uno para cada Sabrina.

Después del funeral, Hilda decidió volver a la casa con Zelda porque "los Spellmans debemos permanecer unidos". Durante esa conversación, la usualmente estoica Zelda incluso se derrumbó un poco, declarando: "No está bien, Hilda. Simplemente no está bien que se haya ido".

Meses después.

- Aún quedan lagunas, prima. No sabemos si el ritual y los hechizos van a funcionar. Lo hemos intentando todo hasta ahora y simplemente no lo hemos conseguido. - decía un agitado Ambrose, a la hermana de Sabrina, Andrea Spellman.

- No voy a rendirme. Ella nunca lo hizo, y lo sabes. Te dolerá admitirlo pero es así. Nunca se dio por vencida. -la voz se le rompía. - Hasta se sacrificó por Greendale.

El aludido se quedó callado y se llevó una mano a la cintura y la otra a la nuca, pensativo.

- Está bien, sigamos investigando y probando.

- Así me gusta, eso es lo que quería escuchar, primo.

Avanzaron, adentrándose a un edificio abandonado en busca de varios objetos.

- Menos mal que tenemos a Salem. - río nervioso Spellman.

- Concéntrate.

- Vale, vale. Madre mia, por Hécate, que carácter.

Ella sacudió la cabeza divertida y siguió andando, siempre alerta.

- Como las tías se enteren nos van a matar.

- Ambrose.

- ¿Si?

- Quizás no lo hagan.

- ¿Por qué lo dices?

- Mira. - señaló en una dirección. Ambrose se giró y vio a un enorme mostruo aparentemente hambriento correr hasta ellos. - ¡Sálvese quien pueda!

Entraron al coche. Respiraron hondo, aunque sus corazones seguían latiendo con frenesí.

- Por los pelos, primo.

- Sí... - miró atrás viendo que Salem tenía unos pelos de locos. Volvió la vista al frente y arrancó para volver a casa.

- ¿Dónde estábais? - la estricta voz de Tía Zelda se hizo presente en la entrada. Tía Hilda iba a su lado. Conocían de sus muchas excursiones, y temían que algo malo les pasara. No habían superado la muerte de Sabrina y sabían que jamás lo harían.

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