Déjame sin voz

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- ¿Que tanto estás mirando? -pregunto sin despegar su vista de su laptop al sentirse observado por su hijo.

Estaba en su oficina terminando con el papeleo que la editorial le había encargado hace un par de meses, necesitaban que verificara el número de víctimas durante sus años como representación del territorio para poder publicar la nueva edición de libros de historia, por lo que no había salido de su oficina durante todo el día.

- No estoy viendo nada -insinuó entrecerrando los ojos y relamiendo sus labios liberando feromonas, logrando el aroma a manzanilla se impregnará en el lugar. - Reich ¿Porque no dejas el papeleo de lado por un momento y me das algo de tu atención? -hablo con voz suave mientras se iba acercando hasta donde se encontraba el otro.

- ¿Qué clase de atención quieres? -hablo sin mucho interés y sin dejar de ver a la pantalla del portátil, relajándose un poco gracias al olor a manzanilla del Omega.

- Mmm, no lo sé, tal vez... ¿De la misma que me daba Russland? -termino por decir tras acercarse lo suficiente al escritorio como para cerrar la tapa del portátil.

Cuando el mayor levando la vista para reclamarle tuvo que tragar grueso por lo que veía; su hijo con nada más que una camiseta blanca tan grande que ayudaba cubrir la posible falta de ropa interior.

Casi al instante de ver a Alemania el lugar se impregnó con olor a cenizas logrando hacer temblar al más bajo, disfrutando del olor en tanto lentamente comenzaba a sentir como su entrada empezaba a lubricar.

- ¿Acaso quieres que te coja, mientras te hago gemir hasta que te quedes sin voz? -pregunto con la voz ronca, sin despegar la vista del cuerpo de su hijo. - ¿Quieres eso, Kurz?

- Tal vez si deseo aquello que me ofreces -dirigiendo sus manos hacia los botones de la camisa desabrochó uno por uno, tan lento como podía mientras no despegaba la vista del rostro de su padre, intentando que sus piernas no temblarán ante esa mirada hambrienta, como un depredador listo para saltar sobre su presa.

- No creo que puedas soportar tanto, ya te destrocé en la mañana y dudó que aguantes una tercera ronda -sonrió orgulloso, recordando como y apenas el alemán lograba mantener de pie luego de haberlo arrinconado en la cocina ese día.

- Puede que sea cierto... Aunque, dudó que puedas superar a Rusia -sonrió con malicia tratando de provocar al mayor, aunque ver el rostro fruncido de su padre lo hizo tragar grueso arrepintiéndose pronto de haber exagerado.

El Alfa frunció el ceño al escuchar aquella comparación con el hijo del maldito de Urss, estaba pensando seriamente si seguir escribiendo e ignorar a Alemania como castigo o tomar a su hijo y hacer que se arrepienta de sus palabras.

En su mente se dispuso a meditar sus opciones tratando de pensar seriamente en cual escoger.

Para el los libros eran un dinero extra y era bueno forzar a su memoria de vez en cuando evitando así el aburrimiento, pero también se encontraba el sexo con el Omega como otra de las opciones, tras unos minutos llego a una conclusión:

Poco importaría atrasar la entrega del papeleo unos días, después de todo, a Alemania esa ofensa le costaría muy caro.

Se levantó de su asiento y rodeo el escritorio hasta llegar a la puerta, coloco el seguro y volvió hasta donde estaba su hijo para posarse frente a él, admirando al Omega frente suyo en silencio y olfateando levemente el aire, sonriendo al percibir el aroma del lubricante del contrario.

No lo dejaría escapar.

Alemania no tuvo tiempo de reaccionar, para cuando se dio cuenta ya estaba sobre el escritorio de caoba con las piernas abiertas a los costados de Reich mientras su boca era atacada por este sintiendo como mordía sus labios haciéndolos sangrar y restregando su miembro cubierto por su pantalón contra el suyo, haciéndolo gemir permitiendo así el inicio de un beso francés dejando que la lengua ajena llegara casi hasta su garganta.

Lass mich sprachlosWhere stories live. Discover now