LAS ADICCIONES DE LOGAN (PARTE 3)

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Hace frío. Subo un segundo con Lucas a mi casa con la excusa de ponerme una prenda más abrigada. Estábamos tomando algo por la zona, una Coca-Cola Zero, no, nada de alcohol, porque ahora, desde que Lucas cree que tengo un problema con el alcohol, beber delante de él se ha convertido en un verdadero coñazo.

Pero la realidad es que necesito darle un trago a algo más fuerte, por eso estoy aquí. No aguanto más. Necesito algo que guardo en el segundo cajón de mi escritorio, envuelto en una toalla. Ese algo es líquido, te quema la garganta y tiene el poder de hacerte flotar.

Me encierro en mi habitación y saco mi pequeño tesoro con manos temblorosas. Lucas me está esperando a pocos metros, en la puerta de la entrada. Solo tengo un par de minutos hasta que empiece a sospechar que tardo demasiado. Así que desenrosco el tapón, me llevo la botella a los labios y la inclino hacia arriba.

Bebo deprisa, casi atragantándome, manchándome el cuello de la camiseta.

—¿Qué cojones haces? —la voz de Lucas suena detrás de mí, acusatoria y firme, como si me hubiesen pillando robando en una tienda.

—¡Hostia, Lucas! —chillo— ¡Qué susto me has dado!

—El vodka —dice, señalando la botella de vidrio con el dedo—. ¿De dónde has sacado esa mierda?

—¿Qué eres ahora, mi padre? —Escondo la botella detrás de mi espalda, como si no tenerla a la vista fuese a hacerla desaparecer.

—Que me digas dónde la tenías —insiste.

—Por ahí. —Suelto al aire.

—¿Y te parece normal?

—Me parece que estás exagerando las cosas, Lucas.

—Y a mí me parece que te estás convirtiendo en un puto borracho.

Eso me cabrea muchísimo.

—¿Crees que soy eso, eh, un puto borracho de mierda? —alzo la voz.

—Creo que no soy yo el que esconde una botella de vodka en la espalda.

Un silencio tenso, feo e incómodo se instala entre los dos.

Me molesta que Lucas me haga sentir mal conmigo mismo, aunque sé que si me siento así no es por su culpa. La culpa es solo mía. Tengo un problema cada vez más serio con el alcohol, pero esto no se lo voy a reconocer. No a Lucas. No a alguien que parece siempre tan perfecto, que lo hace todo tan perfecto y que es físicamente tan perfecto. Ahora mismo, que todo él sea «tan perfecto» me da rabia, porque me hace sentir que él es mejor que yo. Además, siento que si lo verbalizo, si le digo a Lucas que tengo un problema, el problema se hará mucho más grande de lo que es en realidad porque él se preocupará demasiado y lo exagerará todo y me dirá que necesito pedir ayuda.

Pero no necesito ayuda, puedo solucionar esto yo solo, todavía tengo el control.

Cuando quiera dejar de beber o drogarme, dejaré de hacerlo.

—Yo no he escondido nada. Esta es mi habitación. No tengo nada que esconder a nadie. —«Salvo a mi madre».

—Me preocupo por ti, Logan. Soy tu novio. Y sé que no te gusta nada que me meta en tus cosas, pero últimamente noto que bebes casi todos los días y que todo esto se te empieza a ir un poco... de las manos. Me da miedo que termines mal.

Verlo realmente preocupado por mí termina ablandándome.

Se me pasa el enfado. Y entonces me siento culpable por haberle hablado mal.

—Solo han sido unos días. —Dejo la botella sobre la mesa y me acerco para cogerle de las manos—. Pero estoy bien. Está todo bien. De verdad.

Mantenemos una larga conversación hasta que Lucas se queda completamente tranquilo. Por supuesto, él no tiene ni idea de lo de la coca. Después de confesarme que su madre murió por sobredosis, no puedo ir yo ahora a decirle que de vez en cuando me meto una raya.

—¿Me prometes que vas a dejar de beber tanto?

—Te lo prometo. —Intento firmar la promesa dándole un beso, pero el tufo a vodka lo hace retroceder un paso por instinto, alejándolo de mí. Eso me hace pensar que algún día podría quedarme solo.

Detrás de lo que cuentan de nosotros - ESCENAS EXTRASDär berättelser lever. Upptäck nu